La ciudad y los días

Carlos Colón

La basura avanzará

LAS cosas no suceden de un día para otro. Al horror, como a la desgracia o a la enfermedad, las sociedades y las personas se van acostumbrando poco a poco. Hasta que parece lo natural vivir sin un miembro o sin un ser querido. O hasta que parece natural convertir las carencias educativas o sociales, la privacidad y hasta la maldad, el dolor, la muerte y el crimen en un espectáculo rentable.

La basura no sólo mediática que hoy nos anega no sólo en España -desde la Inglaterra que debate la venta televisiva de la agonía de la gran hermana Jade Goody hasta el tratamiento que se está dando a la tragedia de Marta del Castillo- empezó hace muchos años, con el sensacionalismo periodístico; se multiplicó con el crecimiento de los medios y la paralela mengua de escrúpulos de quienes los gobiernan; y se generalizó cuando la lógica del beneficio dejó obsoletas las palabras ética, moral, pudor, respeto o compasión. Un gran reportaje (Milestone, 1931), Ciudadano Kane (Welles, 1940) o El gran carnaval (Wilder, 1951) fueron contando la evolución de este mal en la prensa y la radio; hasta que Network (Lumet, 1976), La muerte en directo (Tavernier, 1979) o El show de Truman (Weir, 1998) tomaron el relevo para denunciar los desarrollos inhumanos de la televisión.

En España, la noche de Alcácer, el 27 de enero de 1993, dio el primer paso hacia el imperio de la telebasura, confirmando que en materia televisiva -las cadenas privadas habían empezado a emitir tres años antes- la libre competencia no garantizaba la calidad, sino más bien lo contrario. Se dijo entonces, como se dice ahora, que aquel exceso y las críticas que suscitó marcarían un límite a la ferocidad televisiva. Mentira; entonces y ahora. La basura mediática no retrocede. Finge replegarse durante un tiempo para después alcanzar ese límite y sobrepasarlo. Las audiencias responden, porque es más fácil envilecer que ennoblecer, deseducar que educar; y el dinero manda.

Tanto manda que el Estado parece incapaz de romper este coito engendrador de monstruos entre quienes quieren ver y quienes se lucran mostrándoselo: la noche del pasado 15 de febrero, cuando Tele 5 emitió la entrevista con la novia menor de edad del asesino confeso de Marta del Castillo, el programa Rojo y negro multiplicó su audiencia, rozando los 2 millones de espectadores. Fórmula TV titulaba crudamente: "La muerte de Marta del Castillo dispara la audiencia de Rojo y Negro". Esta es la realidad. Las protestas de las asociaciones de espectadores o del Defensor del Menor y las acciones de la Fiscalía de Sevilla pasarán. La basura avanzará.

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