La 'cabra' política cambia de dueño

Ciudadanos tras su marketing de pasar cuatro años en la oposición, ahora quiere tocar el poder . ¿Qué harán PSOE y PP?

Un dirigente socialista me aseguraba hace unos días que las encuestas le otorgan a Ciudadanos porcentajes que oscilan entre el 20% y el 30% en los principales municipios de la Costa del Sol, incluida la capital. El novedoso escenario convierte en impredecible qué puede pasar el próximo año tras las elecciones municipales, sobre todo si Susana Díaz también llama a las urnas en Andalucía. El pastel a repartir incluye el Gobierno andaluz, los principales ayuntamientos y las diputaciones. Trozos de poder que habrá también que compartir, porque los actores conocen que la nueva era de las coaliciones en los próximos ejecutivos han llegado para quedarse.

El auge de los naranjas les permitirá posiblemente apoderarse de la tradición más significativa en los buenos tiempos de las dos formaciones clásicas antagonistas: la marca del partido era tan importante en las edades doradas de PSOE y PP, que les permitía lanzar al liderazgo a pésimos candidatos sin el menor rasguño electoral. Incluso con una cabra al frente, se decía, no había duda de que se habrían ganado las elecciones. Ahora, el animal político ha cambiado de dueño. El auge se produce en algunos términos donde ni los votantes más informados serían capaces de identificar al líder local naranjito.

No destaca Ciudadanos por una cantera de dirigentes en la provincia con peso y discurso (en general tampoco en Andalucía ni en España), pero los sondeos de sus contrarios ya les otorgan la presencia necesaria en las futuras instituciones para decidir el color de muchos de los gobiernos. Y ahí el baile puede ser más que entretenido. La formación de Rivera ya no está dispuesta a apoyar el mantra de que gestionen los partidos más votados. Tras la operación de marketing de aguantar cuatro años en la oposición para convencer al electorado de que no les movía la avidez por el poder, como a los otros, ahora las expectativas son radicalmente distintas. Toca demostrar que serán distintos. ¿Qué harán PSOE y PP? ¿Les entregarán los gobiernos cuando sumen sus apoyos para evitar que acaben en las manos de sus eternos adversarios? En el caso del PP aún sería más sonrojante porque su sangría es la que alimenta a la emergente formación.

El PSOE comenzó a perder el control de las ciudades en 1991. Cuatro años después era barrido en todo el litoral malagueño y la capital. Han transcurrido más de cuatro lustros y el citado dirigente que me comentaba el resultado de las encuestas aún se mostraba confiado en que su partido consiga alguna vez articular un discurso dirigido a los habitantes de las urbes. A los socialistas les ha bastado aferrarse al interior para conservar cuatro décadas la hegemonía de la Junta, pero las ciudades son las que ganan población.

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