La ciénaga

Quien entra en España sin el papeleo ordinario comete una infracción similar a la de quien pasa de la luz roja

Un conductor desacata el semáforo y se lleva una multa. Si lo hacen diez mil conductores, la solución no son diez mil multas. Administrativamente, quien entra en España sin el papeleo ordinario comete una infracción similar a la de quien pasa de la luz roja; encerrarlo en un Centro de Internamiento mientras se decide qué hacer con él choca con derechos que en general se reconocen también a los no españoles. Ante mil, diez mil o un millón de salteadores de semáforos el CIE es absurdo. El hacinamiento, la falta de medios para atenderlos, los abusos que se cometen en una situación jurídica confusa. A varios funcionarios de un CIE malagueño los acusaron de propasarse con las internas; las testigos determinantes ya estaban ilocalizables cuando el juez las requirió. Si los funcionarios eran culpables no se les pudo castigar por algo más que un exceso de familiaridad; pero si eran inocentes, se les impidió acreditarlo con claridad y salvar su honra, pues la mera existencia de esas instituciones ya es demasiado turbia.

La antepenúltima tanda indocumentada que derivó a la costa de Málaga no ha sido alojada en un CIE por una triste guasa: no cabe. La penúltima la escupió el mar en Benajarafe, la última estará llegando ahora... Incluso si las normas se racionalizaran -racionalizar no siempre es relajar- Europa no presta un marco legal eficaz. A Málaga le atañe de modo especial: región portuaria, cercana al litoral de África, de un país con inexplicable buena fama entre los desesperados. Aquí no había racismo mientras no había razas (se sigue considerando a los gitanos una peculiaridad folclórica) pero todo se aprende. Lo ponen fácil, ser negro se nota a kilómetros, muchos solo hablan inglés y llegan adonde nos quedamos en el Follow me, que quiere decir "sígueme". Se lo creyeron. Ya, entre el pasaje se cuelan bestiajos, si en su tierra se estilaran los valores democráticos y cívicos quizá no hubieran salido de allí; las mafias se encarnizan primero con los propios inmigrantes. ¿Abonar el viaje de vuelta? Cómo repatriar a quien no se sabe de qué sitio salió ni si el suyo es un infierno habitable, pero el que se expuso a ahogarse en un cementerio marino estará motivado para repetir.

La deriva continental no se detiene, solo se capea. Málaga está en una falla y debería ir ensayando métodos más ingeniosos; no hablamos de solidaridad ni de buen talante sino de supervivencia.

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