LA verdadera razón la tiene Platanito, un humorista mexicano que sale disfrazado de payaso con una enorme peluca rosa. ¿Cuál creen que fue el objeto de sus burlas en su último espectáculo? ¿La corrupción, la incompetencia política, el narcotráfico? No. Todo eso es demasiado fácil. Platanito se burló de los 49 niños que murieron en un incendio en una guardería de Sonora en 2009: "Abrieron un changarrito que se llama Kentucky Fried Children". Ahí hay un valiente, dándole duro. Siempre quedarán niños muertos con los que meterse para alimentar la sed de sangre del público. Pero tipos de humor hay muchos. Sandokán no sólo dijo que el juicio del caso Malaya es lo que ha acabado con España, también soltó lo siguiente: "Parte de Jesucristo soy yo". Y la verdad es que se le parece, con esas melenas. No es difícil imaginarlo predicando en el Monte de los Olivos mientras discurre el modo de convertirlo en suelo urbanizable. También hizo de cómico el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, cuando estrechó la mano del eurodiputado británico Charles Tannock con una sonrisa de oreja a oreja y un chistoso: "¡Gibraltar español!". Ya que la diplomacia es una quimera, optemos por el cachondeo. Claro que la verdadera joya de la corona se la lleva Art Natura con su festival del humor. A la no inauguración del pasado miércoles sólo le faltó un payaso como Platanito vapuleando un cencerro y gritando: "¡Era broma! ¡Inocentes!". La verdadera tragedia de la política europea y nacional es su falta de sentido del humor. Lo que necesita el PSOE no es un líder carismático ni eficaz, sino un ágil contador de chistes como Alfonso Guerra (histórica fue su lectura al revés del lema que presentó el PP para las elecciones generales de 1996: Soluciones), alguien que se lo lleve de calle. Moraleja: esto se acaba, se va a pique, ya no queda otra cosa que hacer más reírnos, mucho, de los vivos y de los muertos, a carcajada limpia. Y el que venga detrás que arree.