Las dos orillas

josé Joaquín / león

Los colores del PSOE

DESDE que se fue Zapatero, el PSOE padece una crisis de identidad (en gran parte, por culpa de Zapatero, que se cargó casi todo lo que tocó). Como le sustituyó Alfredo Pérez Rubalcaba (que era su vicepresidente), la eventual renovación tuvo poca credibilidad a los ojos de la población. Ya perdió unas elecciones por goleada. La última encuesta del CIS bastaría para que Rubalcaba se retirara si le queda un mínimo de coherencia, pues ahí se viene a deducir que los españoles lo tienen calado. Un PSOE bipartidista es conveniente para la democracia española. Pero el problema del PSOE es profundo y no se resuelve sólo con un fin de semana de psicoanálisis sobre la propia identidad.

Según dijo Elena Valenciano, el PSOE que viene será más rojo (por más izquierdista), más violeta (por más feminista) y más verde (por más ecologista). Cayo Lara, con cierta gracia, lo resumió diciendo que querían ser como Izquierda Unida, un grupo que por otra parte ya existe. Con los colores pasa que se puede jugar a ser como el arco iris, que aparece tras las tormentas y tiene tendencia a disolverse.

Ser más rojos funciona como pose para progres de salón. En la conferencia se tradujo en pitos a la monarquía, o en la cutre obsesión anticlerical (ahora por el IRPF). Pero el rojerío carece de ideas viables para funcionar en la Europa de nuestros días. Hollande, que pudo ser un referente, está más cerca de pasar como el Zapatero francés que de situar a su país como contrapeso de Alemania, una misión para la que se le nota incapaz. Ser más feministas tropieza con que el feminismo (en sus reivindicaciones justas para la igualdad de la mujer) está ya asumido en España hasta por los sectores conservadores; y que ahora en la Europa avanzada lo feminista no es fomentar más aborto sagrado, sino favorecer las medidas de apoyo a la mujer en pro de la maternidad. Y ser más ecologistas es algo que da risa en el PSOE, partido al que nunca le ha interesado eso (como se ve en sus políticas para cargarse Doñana, por ejemplo), más allá de oponerse a los chiringuitos playeros, sólo para fastidiar.

Al PSOE de Felipe le fue mejor con el rosa pastel, un color como más sereno y delicado. Las rosas gustan a las mujeres sensibles y a los hombres galantes, puede que incluso a las violeteras. Y tiene sus tallitos verdes, como los brotes de las visiones. Por lo demás, Rubalcaba como piloto tampoco es comparable a Marc Márquez.

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