al punto

Juan Ojeda

El congreso de Arenas

NADIE esperaba sorpresas en el Congreso Nacional del Partido Popular que, en su decimoséptima edición, se ha celebrado este fin de semana en Sevilla. Se sabía que iba a ser una exhibición de músculo político, con un liderazgo indiscutido de Mariano Rajoy, que acudió a este cónclave popular -en el que había codazos por las invitaciones- y en el que se encontró con un escenario muy distinto al de hace cuatro años en Valencia. A Sevilla llegó respaldado por la mayoría absoluta obtenida en las últimas generales y con un poder central, autonómico y municipal como nunca había disfrutado el Partido Popular.

Así que era un Congreso para el aplauso, la felicitación y la alegría partidista. Y si las circunstancias externas hubiesen sido distintas, es decir, si el Gobierno de Rajoy no tuviese que lidiar con más de cinco millones de parados y la perspectiva de unos duros ajustes presupuestarios, hubiese sido una fiesta por todo lo alto. Pero muchos de los concentrados en el recinto abarrotado de la Fibes sevillana son los que, a corto plazo, tendrán que dar la cara para defender una serie de medidas que no por necesarias son menos dolorosas e impopulares. Pero ése, entre otros, es el precio del poder.

A pesar de ese precio, como corresponde a un partido de gobierno, el PP quiere más poder, y sabe que dentro de un mes tiene la ocasión, por vez primera en la historia, de conquistar Andalucía, y que Javier Arenas tiene al alcance de la mano, y es muy consciente de eso, la mayoría absoluta que le abriría las puertas del San Telmo. Así que el apoyo que él le brindó a Rajoy, en los momentos difíciles después de las generales del año 2008, se lo está retribuyendo ahora el presidente del Gobierno, con un respaldo clarísimo antes de la campaña electoral de las andaluzas.

Tan evidente es este respaldo que los socialistas critican con dureza lo que ellos califican como un retraso intencionado de Rajoy a la hora de presentar los presupuestos, y que atribuyen a la intención de que los duros ajustes que se avecinan no influyan negativamente en la campaña andaluza. Por supuesto que ni Rajoy ni Arenas aceptan esta acusación, diciendo que la elaboración de los presupuestos exige su tiempo, su ritmo y su negociación. Lo cual es lógico y creíble.

Pero el hecho de que la oposición lo crea y lo manifieste reafirma la percepción de ese apoyo evidenciado en el congreso de Sevilla, muy distinto del que, con una estrategia mal calculada, celebró el PSOE. Por eso, al de esta semana, hay quien le ha llamado el congreso de Arenas.

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