La conjura de los necios

La dependencia británica de Europa es difícil sustituirla por acuerdos bilaterales con la administración Trump

Uno de los grandes cambios acaecidos durante el último siglo ha sido la forma de clasificar a las naciones. Si bien antes los territorios o su población eran signos de grandeza, hoy las comunicaciones, el conocimiento y la información dominan el panorama internacional. Todo país que se precie se caracteriza por la diversidad de sus relaciones exteriores, la libertad de movimiento de sus ciudadanos y en que medida diversifique su economía.

Y en este paradigma de apertura y proximidad han llegado nuevos políticos dispuestos a volar por los aires los acuerdos fraguados durante años. Con la excusa de creerse superiores al resto cierran fronteras y rompen relaciones, basándose en un proteccionismo decimonónico. Se asemejan al pensamiento del protagonista de la obra póstuma de John Kennedy Toole, La conjura de los necios, cuando expresaba: "Sólo me relaciono con mis iguales, pero como no tengo iguales no me relaciono con nadie".

Cabe pensar que en esta tesitura, tanto EEUU como Inglaterra se necesiten hoy más que nunca, ya que no sólo comparten idioma sino parece que también las mismas ansias de romper sus acuerdos internacionales. Pero la dependencia británica de Europa, fraguada tras la Segunda Guerra Mundial, es difícil sustituirla por acuerdos bilaterales con la administración Trump. Una unión entre mentalidades tan proteccionistas supondría el colapso de sus economías, ya que ambas pretenderían siempre salir más beneficiadas que su homóloga.

Evidentemente el caso del presidente norteamericano es el que menos extrañeza genera, ya que todo lo que está firmando lo prometió una y mil veces durante la campaña electoral, pero debiera medir mejor sus consecuencias a corto plazo. El menosprecio hacia el presidente de México y la intención de imponer, además del muro, grandes aranceles a las exportaciones de ese país, supone de facto una rotura del acuerdo de libre comercio Nafta y coloca en una posición sumamente delicada al tercero de los socios, Canadá. Pero si esto nos pareció poco, el siguiente acuerdo que puede tratar de romper es mucho más delicado, ya que sería el Tratado del Atlántico Norte, es decir, la OTAN. A pesar de haber indicado que no disminuiría sus presupuestos de seguridad, cara a la defensa interna, y aunque nada ha firmado aún sobre la disminución de tropas en el exterior, esta obsesión por dilapidar relaciones hace que todo pueda ser posible.

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