Postales desde el filo

José Asenjo

Si conviene al país

DOS de cada tres españoles, el Rey incluido, consideran necesario un pacto entre las fuerzas políticas para salir de la crisis, pero para la señora Cospedal tal cosa supondría una traición a sus electores. Es comprensible que los populares, en alza en los sondeos, se nieguen a pactar con un gobierno en el que pretende descargar toda la responsabilidad de la crisis. Pero puede ser que su tendencia a dramatizarlo todo sea una las razones que empujan a los acongojados ciudadanos a urgir a los partidos a un acuerdo anticrisis. La pregunta es si con este estado de opinión -teniendo en cuenta que no parece que se vayan a adelantar las elecciones- podrá el PP seguir por mucho tiempo ejerciendo de agorero y a la vez esquivar el pacto. Quizás deba pensar en matizar su discurso y, como aquel ministro de la UCD, calificar la situación de muy desesperada pero no grave.

Lo que piensan muchos ciudadanos, con su monarca a la cabeza, es que el país debería reeditar unos Pactos de la Moncloa. Claro que resulta sumamente discutible que a estas alturas se pueda (o se deba) repetir uno de los grandes momentos de los inestables años de democracia preconstitucional. Sin embargo, no es menos cierto que hoy se dan circunstancias inéditas que dificultan y limitan la capacidad de nuestro país para salir de la crisis. Además de tener que acometer reformas que por su profundidad deberán comprometer a este y a los próximos gobiernos. Sin olvidar, por otra parte, las tensiones financieras que impiden inyectar financiación a los sectores productivos.

En estos momentos los inconvenientes de pertenecer al euro superan claramente a sus ventajas. A una moneda común debería corresponderse, para evitar graves disfunciones, una única política económica y fiscal, algo impensable en la Europa de hoy. Todo ello nos sitúa en el peor de los escenarios posibles: el Gobierno no sólo no tiene moneda que devaluar, sino que está maniatado por las drásticas limitaciones del pacto de estabilidad y por la presión de los mercados financieros. Tan poco queda la posibilidad, de la que gozaron gobiernos anteriores, de acudir a las privatizaciones para reducir el déficit. No quedan joyas que vender. Ahora sólo cabe aplicar un dramático ajuste del gasto cuyos evidentes costes electorales nadie querrá asumir en solitario. Además, será prácticamente imposible, sin un acuerdo de Estado, que las distintas administraciones, gobernadas por diferentes partidos, se disciplinen aplicándose sus propias dietas de adelgazamiento.

Si la política económica del gobierno ha merecido la crítica de los ciudadanos, sólo un 37% de ellos, según las encuestas, cree que Rajoy lo haría mejor. Los lodos de hoy vienen de los polvos levantados en los años de euforia económica tanto por los gobiernos del PP como del PSOE. Ante este panorama lo sensato no es preguntarnos si el pacto sugerido por el Rey conviene más a Zapatero o a Rajoy, sino si conviene al país.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios