Aestas alturas de la película uno ya sabe que, con los años, se ha ganado una merecida fama de borde. Pero un servidor, qué le vamos a hacer, entiende que la opinión periodística no está para hacer amigos, sino más bien para lo contrario. Pero qué diantre, si hay tanta gente dispuesta a salir a la calle, recoger firmas, montar plataformas y liar la marimorena con tal de pedir a Antonio Banderas que monte su infame mamotreto en el Astoria, pues a uno también le apetece hablar bien de cierta gente. Vivimos en una ciudad en la que la única cultura que sucede es la oficial: la que promueve, practica y ampara la administración con las consiguientes dosis de ejercicio del poder político. Prácticamente cualquier iniciativa que nazca fuera de sus márgenes termina, con suerte, absorbida por las instituciones públicas o, lo que viene a ser lo habitual, extinguida con un RIP en el cogote. Por eso hoy quiero escribir aquí sobre la compañía de teatro malagueña Pata Teatro. No son famosos, ni puñetera falta que les hace, aunque se merecen laureles que otros más aprovechados llevan décadas luciendo. Macarena Pérez Bravo y Josemi Rodríguez pusieron en marcha su invento hace ya casi veinte años, y ahí siguen. Las han pasado canutas y los sabiondos de siempre les han recomendado mil veces que tiren la toalla, pero los Pata son muy pesados, así que hoy celebran giras por toda España y constituyen una empresa cultural ejemplar. La diferencia es que, desde la más feroz independencia, han hecho siempre lo que les ha dado la gana con mucha paciencia hasta que el público se puso de su parte y convenciendo a la administración con el éxito ya en el bolsillo de que valía la pena apostar por ellos. Lo que no es lo mismo que pedir una subvención por su cara bonita.

Total, quería escribir sobre Pata Teatro porque la compañía comenzó hace seis años su ciclo de Clásicos en Verano y hoy estrena un nuevo montaje traído desde el Siglo de Oro, la comedia Donde hay agravios no hay celos, de Rojas Zorrilla, en el patio del Colegio de Prácticas nº1, en la Plaza de la Constitución, donde se quedarán hasta el 5 de agosto de lunes a sábado con nada menos que 31 funciones. Y no puedo más que recomendar que acudan a verlos para cumplir con el sencillo y sagrado precepto de pasar un buen rato. Cuando me preguntan por el modelo cultural que yo preferiría para Málaga, pienso en Pata Teatro. Dejen la Concejalía del ramo en manos de Josemi y a Macarena, que saben bien lo que es dejarse las cejas y el sueño en busca de patrocinadores y aliados, y a lo mejor en vez de tanto oficialismo yermo ganamos una cultura propia de personas, no de clientes. No se los pierdan.

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