El callejón del gato

Celso Ortiz

El dedo corazón

HAY algún español con cabeza que a estas alturas se creyera que el PSOE y el PP iban a salir cogidos del brazo tras el debate celebrado el pasado miércoles a cuenta de la crisis? ¿Para qué pierden el tiempo? Fuera aparte de la culpa que pueda tener el Partido Socialista, que alguna tendrá, lo que yo percibo es que, desde que los ciudadanos decidieron con su voto que gobernara Zapatero, para los populares es como si se les hubiera arrebatado un poder que les pertenece por la gracia de Dios. Esa identificación de la derecha con el poder, algunos la llevan en los genes y su comportamiento no puede ser otro que el propio que les produce el mono de no tocar bola. Son ya seis años lo que dura la abstinencia y están que se suben por las paredes. No hay nada más que ver esa falta de sosiego permanente, ese ardor guerrero que les caracteriza cada vez que intervienen en la cámara.

Así que yo no perdería el tiempo tendiendo la mano al Partido Popular hasta que sus dirigentes no se enteren de que en democracia el poder no se adquiere a base de exabruptos, sino que hay que ganárselo en las urnas cada cuatro años.

¿Para que tenemos una Constitución? Recurramos a ella. A quien le toque gobernar que lo haga lo mejor que pueda con los medios que le proporciona la Carta Magna. Y a la hora de aprobar una ley en el Parlamento es cuestión de obtener la mayoría suficiente para sacarla adelante pactando con aquellos grupos que se avengan a razones. De acuerdo, cuanto más, mejor, pero tampoco hay que forzar la máquina y quienes quieran permanecer en la trinchera, en su derecho están. ¿No es así como funcionan las democracias?

Porque visto lo visto, ¿se puede esperar alguna propuesta razonable del líder de un partido que está en la oposición y en lugar de interponer una moción de censura que sería lo que, en todo caso, le corresponde por derecho, se dirige a los diputados del partido que gobierna para pedir que destituyan a su presidente?

Es obvio que semejante ocurrencia de Rajoy se merece figurar en un lugar destacado de la antología del disparate. Y sin duda habría sido la noticia de la semana, si Aznar no se hubiera interpuesto en el camino con esa estampa tan pinturera que acaparó todas las portadas. En mi entorno, como del ex presidente Aznar ya nada nos sorprende, y vimos la imagen de refilón en la tele, el debate se centró en el dedo que utilizó para mostrar al mundo sus modales, para unos fue con el dedo índice y para otros con el llamado corazón. Claro que ganaron los que apostaron por el dedo corazón ya que, por analogía, en el corazón es donde anidan los sentimientos.

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