¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La derecha irredenta

Antes de salvar a España, la derecha actual necesita salvarse a sí misma

Esperanza Aguirre fue mucho más que la presidenta de Madrid o la ministra de Cultura; fue ante todo una líder y un referente de la derecha española, la de verdad, la que no tiene complejos y no necesita esconderse tras ese gran eufemismo que es el centro. En las meriendas, los velatorios, los aperitivos dominicales o las pistas de los clubes su nombre era invocado con respeto y admiración, como brava y recia heredera de una compleja genealogía que va desde el tradicionalismo hasta el liberalismo, pasando por el canovismo, el maurismo, la Unión Patriótica, la CEDA, el franquismo y, finalmente, la Alianza Popular de Manuel Fraga, yunque ideológico en el que se forjó la derecha de la segunda restauración borbónica. Para la derecha española, Esperanza Aguirre era "una de las nuestras", alguien en quien confiar, que hablaba claro y que presentaba batalla a esos advenedizos que se habían sumado al PP, tecnócratas que sólo creían en los números y que poco tenían que ver con los sentimientos (más que con las ideas) de una tribu ideológica que aún cree sinceramente en Dios y en la Patria más allá de las caricaturas que algunos quieren hacer de ella.

La caída de Esperanza Aguirre acosada por la corrupción de sus más estrechos colaboradores deja, pues, sin un referente a esa derecha-derecha que es la espina dorsal del PP, su núcleo más irreductible y leal. Mucho se ha comentado en los últimos tiempos, y con razón, sobre la crisis de la socialdemocracia, en general, y la del PSOE, en particular, pero muy poco de la fatiga de materiales que empieza también a detectarse en el ámbito liberal-conservador y su partido de batalla en España. Quizás porque los resultados electorales de un país asustado ante el ascenso de Podemos están ocultando su profunda crisis de ideas y líderes. Más allá de algunos éxitos de gestión, la imagen del PP de Rajoy es desoladora y anuncia un panorama negro: una formación invadida por corruptos de toda laya, sin pulso, incomprensiblemente autocomplaciente y en la que ya suenan los clarines de la guerra interna. Antes que salvar a España, la derecha actual necesita salvarse a sí misma. ¿Quién será el cirujano de hierro que acabe con esta decadencia que sufre el PP de Rajoy? ¿Cifuentes? ¿Núñez Feijóo? Primero tendrá que ganarse el corazón de ese macizo de la raza que es la derecha de provincias, la de toda la vida, su principal patrimonio, nunca se olvide.

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