Luces y sombras

Antonio Méndez

17 días de angustia

NO han debido ser fáciles esos casi millón y medio de segundos transcurridos. Los cerca de 25.000 minutos gastados. Las más de 400 horas consumidas por las manecillas de un reloj que a medida que avanzaban incrementaban la expectación de los demás. Insomnios, pesadillas, noches en vela, quién lo sabe. Pertenecen al universo íntimo de esta política. Al complicado proceso de maduración de una de las decisiones más complejas que ha tomado en su corta y ya polémica presencia pública.

Esperó el tiempo suficiente para enfriar los ánimos de la voraz oposición y desviar la atención periodística que sólo clama por la inmediatez. El espacio para urdir un argumento creíble que enfrentar a la frágil memoria del ciudadano, preocupado por otras cuitas ajenas a su congoja.

Y ayer compareció, al fin. Traje gris para la ocasión, sin estridencias. En la vida no todo es negro ni blanco. Y nos ofreció los matices de su tardía versión. Con un texto escrito, meditado. El seguro para evitar que unos inoportunos nervios le impulsaran a cometer un desliz ajeno a su concienzuda reflexión.

Regresó escoltada tras su largo retiro. A su diestra, la portavoz de las grandes ocasiones y edil de Economía, Carolina España. La evidencia de que las arcas municipales no sufren por un despiste de 6.000 euros. Más allá, el paladín de la transparencia municipal, el concejal de Participación Ciudadana, Julio Andrade, fedatario del rigor del proceso, lapsus indeseado al margen.

Teresa López, la concejal de El Palo ha necesitado 17 días para concluir que cuando se concedió como responsable de su distrito unas subvenciones que ella misma había pedido para la asociación de vecinos que presidía, estaba incurriendo en un "embrollo" por el que debería pedir "excusas" a la ciudadanía y a su grupo político. ¡Qué descanso! Por un momento temí que fuera a dimitir.

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