Los días más cortos

Sería aconsejable leer menos y observar más la naturaleza, tomar conciencia del paso de los días

Nos estamos acostumbrando a ver el mundo a través de una pantalla. La charla de casa a la hora de comer ha sido sustituida por esos aburridos debates televisivos en los que los mismos de siempre dicen lo mismo todos los días. Hace varios meses que los sesudos y paniaguados opinantes no hablan más que de lo mismo, de Cataluña, como si no hubiera otras cosas por resolver en el país. Entre tanto, la educación sigue sin mejorarse, la sanidad pública empeora cada día y el atasco judicial favorece el mantenimiento de la injusticia.

A lo que iba: la pantalla domina nuestras vidas, sobre todo la del móvil. A los jóvenes se les va a olvidar hablar de la misma forma que se olvida hacer una división a mano o una raíz cuadrada. Si vamos en el autobús o estamos en una sala de espera podremos comprobar que el dichoso aparato se ha adueñado de la situación. Nadie habla con nadie y si lo hace tiene la sensación de estar molestando. Hay que reconocer que se trata de un gran invento. Gracias a él estamos controlados las veinticuatro horas del día, saben dónde estamos en cada momento, con quién hablamos y de lo que hemos hablado. Cada poco tiempo hemos de comprar aparatos nuevos porque la memoria no es capaz de asumir las actualizaciones y si antes se pagaban veinte o treinta euros de factura de teléfono por familia, ahora alrededor de cien y por cada uno de los individuos.

Los optimistas afirman que ahora se lee más que nunca, solo que en vez de en papel se hace en una pantalla. ¡Como si la lectura fuera un bien en sí mismo! ¡Con la de tonterías que se leen en los libros! Estar todo el día leyendo cotilleos en las denominadas redes sociales (lo de redes será porque te atrapan y aniquilan) no es mejor que estar leyendo todo el día la denominada prensa del corazón o las antiguas fotonovelas.

Sería aconsejable leer menos y observar más la naturaleza, tomar conciencia del paso de los días, ver amanecer o ponerse el sol directamente (es gratis) y no a través de una pantalla, saludar a los vecinos, hablar más con esos casi desconocidos que habitan bajo nuestro mismo techo. Estamos ante los días más cortos del año, mejor dicho en los que dura más la noche. Tiempo vendrá en el que esa huida hacia adelante en que se ha convertido el verano nos hará creer que somos felices, cuando no somos más que sujetos pasivos del negocio de la diversión y del imperio de la necedad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios