Los mamarrachos catalanes repartidos por Alemania, Bélgica, Escocia y Suiza, mientras la matraca catalana sigue siendo uno de los problemas imbéciles de un país de que tantos problemas serios tiene. La niña de la famosilla que lo es por ser hija de una famosa inaugura la tercera generación del famoseo. Los andaluces son los españoles que peor valoran a su Ejecutivo, con una percepción de la corrupción similar a algunos territorios de Europa del Este, y a la vez son los que más obstinadamente votan al partido que les gobierna desde hace casi 40 años (una de dos: o somos tontos o las alternativas son aún peores). La derechona clericaloide del PNV se pone el lacito amarillo, pide la libertad de los golpistas (según ellos "encarcelados por tener ideas políticas") y se obstina en condicionar la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado a la suspensión del 155 en Cataluña: a ambos, catalanes y vascos, no solo les importa un pimiento bloquear la vida del país sino que conviene a sus egoístas, aldeanos e insolidarios objetivos. El chiste del guionista que toma a los andaluces por analfabetos y pide disculpas a la serie para la escribe y a la productora para la que trabaja, pero no a los andaluces. El máster del Cifuentes. La paternidad de Iglesias y Montero, como ha titulado un diario nacional, no solo "pone a prueba el liderazgo en Podemos", sino que también pone la política al nivel del famoseo televisivo: "Pablo y yo hemos emprendido un camino que en los próximos meses revolverá nuestras emociones, transformará mi cuerpo y llenará nuestras vidas de belleza y algunas noches sin dormir", escribió Montero en su perfil de Facebook. Las redes se revuelven porque una influencer publicó en Instagram una fotografía de los unos niños de un poblado africano con las gafas de sol que promociona. Los mossos miran para otro lado mientras los gamberros independentistas sabotean los peajes catalanes.

La Semana Santa tiene muchos problemas, entre ellos el Cecop y Aemet, que se han convertido en algo parecido a la madre de Norman Bates -el de Psicosis- o un corsé que la asfixia pretendiendo ayudarla, pero hay que reconocerle entre otros valores espirituales y méritos artísticos que (a quienes la vivimos) nos ahorra al menos durante siete días estar pendientes del esperpento nacional. Pero todo pasa. Cuando despertamos, Puigdemont y otros dinosaurios seguían allí.

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