Hoja de ruta

Ignacio Martínez

El espejo del alma

LA cara no es el espejo del alma. Igor Portu y Mattin Sarasola tienen cara de buenas personas. Estos dos etarras de fin de semana, del comando Elurra formado por cuatro jóvenes que no han pasado por la kale borroka y que dependían directamente de Txeroki, el jefe de la banda terrorista, se han pasado seis años trabajando de ganadero, de técnico de servicios sociales o de albañil y planeaban los atentados en su tiempo libre. Así volaron en diciembre de 2006 el aparcamiento de la Terminal 4 de Barajas y mataron a dos ecuatorianos. Como no estaban fichados, eran trabajadores y tenían cara de buenos, han pasado desapercibidos para las fuerzas de seguridad.

El pasado sábado, la alcaldesa de Hernani, de ANV, la marca blanca que utiliza Batasuna para burlar su ilegalización, ha rendido homenaje a estos dos sujetos. La alcaldesa, que no gasta cara de buena persona, mandó un mensaje "de cariño y afecto" a estos presos que calificó de políticos. Y una jauría presente gritó "el pueblo no perdona". Manda narices, que los verdugos no estén dispuestos a perdonar. Portu es el etarra que ha denunciado torturas de la Guardia Civil. Su padre y su tío han ido al defensor del pueblo de Navarra a presentar una queja. El detenido estuvo ingresado en el Hospital Donosita para curarle unas heridas, que según la Guardia Civil se produjeron al resistirse a la detención. Para Batasuna es un hecho gravísimo.

Es un asunto a investigar si Portu ha sufrido malos tratos. Pero la Guardia Civil no puede ir por ahí pidiendo por favor a un presunto etarra que tenga la bondad de colocar sus manos detrás de la espalda, para ponerle dulcemente unas esposas que no le harán daño alguno. El Estado de Derecho demuestra su grandeza investigando las supuestas torturas, curando al herido y acogiendo la denuncia de sus familiares. Y los asesinos hacen gala de su infinito cinismo, porque sus víctimas no tuvieron ninguna de estas oportunidades: ni Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, muertos en la T4, ni Fernando Trapero y Raúl Centeno, los guardias civiles desarmados asesinados en Capbreton el mes pasado.

Capítulo aparte merece el comentario del presidente del Gobierno en su entrevista de ocho horas con el director de El Mundo. Allí admite que siguieron los contactos con ETA después de la bomba de la T4. He estado a favor del proceso de paz entablado por Zapatero y de que pidiera autorización al Congreso para iniciarlo. Y en contra de que el PP no le siguiera en este empeño, muy similar al intentado por Aznar en 1998 y 1999. Pero fue un grave error no cortar las conversaciones tras el atentado mortal de Barajas. Y es una ingenuidad reconocerlo ahora, en vísperas electorales. A veces el refrán acierta. Aunque dicen quienes le conocen bien que en el fondo es un duro, en el caso de Zapatero, es posible que la cara de ingenuo sí sea reflejo de su alma.

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