LA decisión del presidente de la Junta, José Antonio Griñán, de convocar las elecciones andaluzas en solitario, separándolas lo más posible de las elecciones generales del 20-N, le ha llevado a agotar la legislatura: se celebrarán el domingo 25 de marzo. Cuatro meses después de las generales que dieron la mayoría absoluta al Partido Popular. Precisamente este tiempo es el que ha pretendido ganar Griñán para tratar de romper la tendencia mayoritaria hacia el cambio, ya definida en los comicios municipales y autonómicos de mayo, defender el modelo social andaluz y contrastarlo con los ajustes y recortes que esperaba del Gobierno de Rajoy y que, efectivamente, se han producido, incluyendo una subida de impuestos. La gran duda es si el hipotético beneficio que para el PSOE andaluz podría significar la convocatoria electoral por separado compensará el agravamiento de la situación política y económica de Andalucía que está marcando el final de esta legislatura. Aunque el origen de los problemas que están en la base del deterioro del Gobierno andaluz es anterior a la llegada de Griñán a la Presidencia de la Junta, en sustitución de Manuel Chaves, no cabe duda de que su gestión no se está caracterizando por el éxito. En estos tres años los indicadores económicos, por ejemplo, no han hecho más que consagrar la débil posición de Andalucía en materia de empleo, renta per cápita y educación. La solidez del sistema sanitario público, el compromiso con el control del déficit público y el endeudamiento y la moderada austeridad en los cargos públicos, que son elementos positivos, se han visto contrarrestados por la rotundidad de los datos negativos de la economía o del fracaso escolar y, sobre todo, por una equivocada reordenación del sector público, que ha metido a la Junta en una tremenda vorágine judicial y originado la más masiva movilización de funcionarios que se recuerda. Y si la apuesta sobre las cajas de ahorro de la comunidad autónoma se saldó con un fiasco, el estallido del escándalo de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) fraudulentos, que ha desvelado una trama de corrupción extensa e intensa y ha afectado políticamente a, al menos, tres consejeros de la Junta, ha supuesto un enorme desprestigio para el socialismo en el poder, de consecuencias incalculables en las urnas del 25 de marzo. En el mismo PSOE se duda seriamente de que la decisión de Griñán de no unir las elecciones andaluzas a las generales haya sido una buena idea. Nunca como ahora ha estado el PSOE andaluz tan cerca de ser desplazado de la Junta.

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