La ciudad y los días

Carlos Colón

Un golpe de ataúd

Que el mal llamado proceso de paz era un error lo ha demostrado su conclusión. Cualquier empresa puede acabar mal, se objetará; y no siempre ese final es responsabilidad de quien la ha iniciado con las mejores intenciones y los más realistas planteamientos. Cierto, pero no es este el caso. Sobre las intenciones arrojaban sombras la fatuidad egolátrica y la vacía retórica de los discursos presidenciales, abundantes en arrogantes manifestaciones como las que Zapatero prodigó al inicio -"podíamos estar ante el principio del fin de la violencia"- y al final -"dentro de un año estaremos mejor que hoy"- de 2006. A los pocos días ETA voló la T4 de Barajas, asesinando dos personas. Un año después un guardia civil ha sido asesinado y otro agoniza. Si en lo que se refiere a las intenciones existían dudas, en lo concierne al realismo de la iniciativa no podía haberlas: ¿cómo tomar en serio la palabra de ETA, dada su naturaleza? Demasiada sangre y demasiadas treguas-trampa a lo largo de demasiado tiempo restaban toda credibilidad a la organización asesina.

Quien decía esto en 2006 era acusado de poner en cuestión el buen juicio y la recta intención del presidente; de utilizar la cuestión terrorista para desgastar al Gobierno; y de preferir el "cuanto peor, mejor". De repente la memoria de las víctimas se convirtió en un estorbo, se llamó a la AVT "Asociación de Venganza Talibán" y se llegó a decir que a Alcaraz le había tocado la lotería cuando ETA asesinó a su hermano y a sus sobrinas mellizas de tres años. También Alcaraz se ha excedido verbalmente en muchas ocasiones y, en mi opinión, no representa adecuadamente a la AVT, pero ello no disculpa el carácter miserable de lo que se le dijo.

En enero de 2007 las descalificaciones a los críticos para con el mal llamado proceso de paz perdieron intensidad, tras el atentado de la T4. Pero dos muertos y la voladura de la terminal de Barajas no bastaron para que se reconociera del todo el fracaso anunciado, y se retornara a la unión democrática frente al terrorismo. Ni tan siquiera lo logró que ETA pusiera fin a la tregua el 5 de junio. Tal vez la sangre de Raúl Centeno lo consiga. El comunicado del sábado es un primer paso hacia la unidad que la sociedad exigía hace tiempo (el 80 por ciento de los ciudadanos, según una reciente encuesta). Pero es un precio demasiado alto. Un guardia civil sumido en un coma profundo, con la cabeza destrozada. Otro tricornio sobre otra bandera de España, y esta sobre otro ataúd. Machado escribió que un golpe de ataúd en el suelo es algo perfectamente serio. ¿Oirán el de Centeno el Gobierno y la oposición?

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