Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Un gran salto para la humanidad

LOS cargadores de los móviles van a ser universales, el mismo tipo para todos los teléfonos. Es un descubrimiento sideral. Neil Armstrong cuando pisó la luna hace ahora 40 años dijo "es un pequeño paso para un hombre y un gran salto para la humanidad". Este anuncio tiene el mismo carácter. Ahora cada marca de móviles tiene varios modelos de cargadores: en total hay 70 distintos . Es una manera de ingresar por todos los gadgets posibles; a más chismes, más facturación. Hasta ahora, sólo Corea había establecido que los teléfonos móviles tuviesen el mismo cargador. China y Japón estaban en ello, pero no hará falta; a partir de 2012 los dos mil millones de usuarios del mundo podrán cargar sus terminales con el mismo aparato. Es un ahorro de energía y un avance en la conservación del medio ambiente: sólo en Europa los residuos de aparatos electrónicos domésticos suponen seis millones de toneladas muy contaminantes.

Las empresas no saben cómo sacar beneficios adicionales. Nos quejamos de los bancos con la comisiones. Pero ¿y los cines con la palomitas o los refrescos que luego se convierten en la música de fondo de todas las películas? ¿Y los cartuchos de tinta de las impresoras? ¿Y las tasas de aeropuerto y otros gastos suplementarios de los billetes de avión? Además de evitar un coste añadido, la normalización de los cargadores de móviles es un progreso hacia la ciudadanía universal. Antes de que la Unión Europea estableciera el mercado único, los enchufes de electricidad o de teléfono eran diferentes de unos países a otros. En los 90, un técnico de la France Telecom que conocí en Estrasburgo había inventado una clavija universal europea para la conexión de ordenadores de cualquier nacionalidad a la red de telefonía francesa. Era un cable único por un lado, que se convertía en un racimo por el otro: la terminal española, la británica, la alemana. Era la foto de Europa. El mercado único estandarizó las normas de los enchufes y ahora le toca a los cargadores en todo el mundo.

La normalización podría extenderse a otros ámbitos de la vida: que dos terminales de cualquier organización sean iguales. Por ejemplo, que el PP esté a favor de la fusión de Unicaja y la CCM en Andalucía y también en Castilla La Mancha, y no como ahora, a favor aquí y en contra allí. O que el PSOE sea partidario de que una eventual gran caja andaluza esté en una sede determinada. Al contrario que hoy día: el PSOE de Málaga dice que la sede tiene que estar allí y el de Sevilla opina que "naturalmente" tiene que estar en la capital política. Ya ven, nadie se moja. En el mercado sentimental se venden muy bien los localismos. Y este terreno es más arriesgado que el de los cargadores de móviles. Pasamos de 70 modelos a 770 municipios en Andalucía. Es 10 veces más complicada, pero la solución sería un gran salto para Andalucía, España y la humanidad.

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