Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Por nuestra grandísima culpa

El culpable no es quien despanzurra, lo es usted o el Rey, una calumnia que quedará sin querella ni pena

La política es hoy el arte de aprovechar los trenes baratos, o sea, de no dejar pasar una oportunidad de arrimar el ascua a tu sardina, no importa si es necesario mentir sin recato o hacer ejercicios de lógica tramposa. Uno de los más cínicos razonamientos políticos de los últimos tiempos es atribuir al rey de España la culpa de los atentados de Cataluña. Sobre esta culpa -una pirueta tragicómica- hay cosas que decir.

El razonamiento en formato "ya que el Pisuerga pasa por Valladolid" -esos días azules bonificados para coger el tren- viene a decir que Felipe VI y toda la España derechona de coro intermedian en la venta de armas a Arabia Saudí o Qatar. Como los jeques tribales de allí, podridos de oro negro, son comerciantes y además son musulmanes de mirada a la Meca diaria, se las venden o regalan a sus primos pobres y fanáticos del Daesh, que a su vez patrocinan a sus células en barrios españoles. Éstos matan a machetazos, tiros o aplastan con una furgoneta a usted o sus hijos: es cada día más una probable causa de muerte en Europa. Pero el culpable y el criminal no es quien mata; lo es el Rey. Una calumnia que, no lo duden, quedará sin querella ni pena. Los culpables -jefe del Estado a la cabeza- de las muertes no son estos pobres muchachos, unas víctimas en realidad, sino el (supuesto) intermediario del proveedor del proveedor. Propongo también como culpable al que suministra el carbono con que se fabrica el acero con el que se fabrican los machetes que se venden en el bazar oriental. Y al chino que tanto avío da al barrio, ya de paso: ¡culpables!

Otra cara del sentimiento acrobático de culpa es reflexiva, es decir, no se adjudica la responsabilidad a otro, sino que se autoinflige al colectivo, a "Occidente". Un sentimiento del tipo "por mi culpa, por mi grandísima culpa", muy beato y muy ateo, que prende en la izquierda socialdemócrata también. "Si vienen aquí a matarte es porque te lo mereces, por occidental, la culpa es tuya, es nuestra". Freudiano a tope. Las redes sociales -ese vivero de prodigios que amamanta y da cancha a envidiosos, resentidos y malas personas- hacen de altavoz. Y se comprende o justifica por razones históricas y de compromiso universal a quienes se la trae floja si tú sentiste dolor de los pecados de Occidente y fuiste solidario y dijiste que los asesinos en los recientes atentados eran, en el fondo, damnificados. Y ya de paso, que la muerte no te estropee una buena manifestación independentista con la herida teñida no de sangre, sino de mercromina de peli de serie B. Todo por la patria.

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