Los hijos del surrealismo

Igual debemos pedirle al Senado que continúe con las horas extra para resolver ahora este conflicto malagueño

No sé a quién le extraña que cientos de niños no puedan jugar por las tardes en las pistas deportivas de los colegios, una vez concluido el horario lectivo. Desconozco quién se puede asombrar de que en la animación de un partido, los jugadores chillen, los árbitros hagan sonar sus silbatos y los balones boten y, por tanto, puedan sobrepasarse en determinados momentos el máximo de decibelios que permite la ley.

Quién, hasta aquí, puede llevarse las manos a la cabeza porque un vecino se queje, lo inspectores municipales se personen ante la denuncia del contribuyente, levanten acta, tras comprobar el exceso de contaminación acústica, e impongan 12.000 euros de multa al propietario de las instalaciones, que permite esa actividad tan gravosa para la convivencia en los barrios: la Junta de Andalucía.

Resultaría un sarcasmo que a estas alturas un solo residente en la capital se sorprenda de que el castigado Gobierno andaluz y el sancionador Ayuntamiento de Málaga lleven meses sin saber cómo resolver esta encrucijada. ¿A quién se le ocurriría en su día darle uso a las pistas deportivas de los centros educativos después del cierre de las aulas? ¿Es que nadie adivinó la ruptura social que provocaría el sonido diario de cientos de balonazos?

La Junta quiere quitarse la patata caliente. Le traspasa la propiedad de las actividades de los colegios al Ayuntamiento a partir de las 17:00 y lo que suceda, ya no sería su problema. Si un área municipal multa a otra, que se las entiendan. El alcalde Francisco de la Torre, incapaz de rehuir un charco, reaccionó al inicio del conflicto con la promesa de insonorizar el pabellón de uno de los colegios. No calculó que igual las otras cien escuelas también le reclamaban el mismo trato.

El Consistorio está enfrascado en la disyuntiva de si no sería mejor construir unos campos de baloncesto alejados del mundanal ruido. Como alternativa también sopesa modificar su ordenanza municipal, que aplica un reglamento autonómico. Se trata de observar una excepción a la norma en el caso de los colegios. E incluso regular un horario prudente para conciliar la actividad deportiva con el descanso normal del vecindario. Pero "es muy complicado", alegan. Además, como está el patio delatorriano, si la ordenanza depende de la concejalía de Medio Ambiente, el baloncesto es responsabilidad de Deportes y los colegios del área de Educación, ¿cómo se logra poner de acuerdo en estos momentos a tres concejales?

Igual debemos pedirle al Senado que continúe con las horas extra. Claro que si Picasso nació en Málaga, tampoco debemos reprochar a la ciudad que alumbre a hijos que den vigencia al surrealismo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios