La ciudad y los días

Carlos Colón

En horas bajas

SEGÚN una encuesta de Metroscopia para El País, José Luis Rodríguez Zapatero no inspira ninguna confianza al 37% de los españoles y poca al 35%; el 61% desaprueba sus medidas para hacer frente a la crisis y el 76% considera que llegan demasiado tarde; el 85% cree que las medidas tomadas por el Gobierno afectarán más a las rentas medias y bajas; y el 81% ve mala o muy mala la situación de la economía española y opina que el presidente está improvisando. Que esta última opinión sea compartida por el 67% de los votantes socialistas ennegrece aún más el panorama. El PSOE, bajo la conducción supuestamente moderna, joven y renovada de Zapatero, está en sus momentos más bajos desde el último mandato de González.

En la oposición, pese a estos datos, las cosas no están mucho mejor. Aunque según la encuesta el PP aventaja en este momento al PSOE por 3,6 puntos -la misma diferencia que les separaba, pero entonces a favor de los socialistas, en las elecciones 2008-; y aunque la estimación actual del voto es del 41,6% para el PP y del 38% para el PSOE, los escándalos de corrupción ligados al affaire Gürtel y la dubitativa, blanda o ineficaz -adjetívela cada cual como quiera- reacción de Rajoy le acarrea la desaprobación del 42% de los votantes del PP y del 65% de los ciudadanos. En términos generales el 45% de los votantes populares manifiestan que su líder les inspira poca o ninguna confianza. Zapatero y Rajoy están en horas bajas hasta entre los suyos.

Nunca la oposición lo tuvo más fácil, porque nunca el Gobierno lo hizo peor. Pero a su vez nunca un Gobierno acosado por sus propias torpezas en medio de unas condiciones adversas lo tuvo más fácil, porque nunca la oposición lo hizo peor. El resultado es desolador para España. No se trata de quién es el mejor, sino de quién es el menos malo. Una competencia a la baja que necesariamente desmoraliza. Si en este momento que algunos llaman la hipermodernidad el clima social no es favorable a la participación política, si las ideologías y los compromisos ideológicos están en horas bajas, si el imperativo económico restringe cada vez más el ámbito de actuación de los políticos, esta crisis paralela de liderazgo capaz de cohesionar e ilusionar en torno a un proyecto colectivo puede convertir definitivamente a la clase política en marciana. Queda esa última esperanza democrática que es la sensatez del electorado: de los ministros los ciudadanos sólo aprueban con nota alta a Pérez Rubalcaba y Trinidad Jiménez; y raspando a Chacón y Fernández de la Vega. Los demás suspenden. Experiencia y eficacia frente al niñateo.

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