Opinión

Javier Cintora / Jcintora@ Malagahoy.es

Las imágenes de un ascenso

LAS lágrimas de Muñiz al término del partido, el beso de Fernando Sanz a su mujer y a sus hijas, la euforia contenida del vicepresidente Francisco Martín Aguilar o el abrazo entre Federico Beltrán y Fernando Puche escenifican a la perfección lo que se vivió ayer en La Rosaleda. Después de 42 jornadas en puestos de ascenso, el Málaga selló su regreso a la élite del fútbol español (¡Barça, Madrid, el Málaga ya está aquí! Gritaban en La Rosaleda) en una temporada en la que nadie apostaba por el equipo. Aunque el ascenso sea patrimonio de todos (directiva, cuerpo técnico, jugadores y afición), la figura de Juan Ramón Muñiz emerge de entre todas ellas como el elemento cohesionador de todo el proyecto. Con su marcha al Racing de Santander el asturiano cierra una época en la historia del club en la que salvó al equipo del descenso de Segunda B para 18 meses más tarde conducirlo a Primera. Chapó.

Con el ascenso a Primera, el club blanquiazul vuelve a la primera escena del balompié español. Como aseguró ayer el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, Málaga es una ciudad de Primera que no se podía permitir el lujo de continuar un año más en Segunda. Por eso ayer La Rosaleda vibró como nunca al compás de los goles de Antonio Hidalgo, de los pase de Calleja o de las galopadas de Baha. En el camino se quedaron Manu, el Gato Romero y el Chengue Morales y los 11 trabajadores afectados por el ERE. A ellos también les pertenece el regreso a Primera. Ojalá que el decimotercer ascenso de la historia del club sea el último que Málaga celebre y que a partir de ahora el club se asiente por fin en la élite del fútbol español. Por lo visto ayer en La Rosaleda, todo es posible.

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