Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

Club Dumas

salvador Merino

El internet de las cosas

DESDE que en 1969 se comunicaran diversas universidades norteamericanas a través de ordenadores, y en la década de los 90 se expandiesen mundialmente con el nacimiento de la www (world wide web), el crecimiento de la red de redes ha sido exponencial. Hoy su desarrollo se dirige a la totalidad de nuestro entorno, desde el acceso a través del móvil hasta su generalización a través de los relojes, gafas, prendas, etc.

Evidentemente esta expansión conlleva una infraestructura sobre las que nuestras ciudades se están preparando. Desde hace un par de años Europa ha comenzado la aventura de generar una gran base de datos de libre acceso, actualizable permanentemente a través de los sensores municipales. En ella podemos encontrar valores como el nivel de contaminación, ruidos, intensidad de tráfico, disponibilidad de aparcamientos, temperaturas o radiación solar. Sin duda una apuesta interesante cara a la creación de aplicaciones y utilidades que mejoren nuestra sociedad. Paradójicamente estamos viviendo la discusión sobre la viabilidad del polo digital que se quiere crear en la antigua tabacalera. Hacer un análisis basándonos únicamente en su coste, sin profundizar en su valor añadido, sería contraproducente. Aquellas sociedades que han hecho una apuesta más seria en la edición y creación de contenidos, programación de aplicaciones y desarrollo de nuevos dispositivos son hoy líderes tecnológicos en el mundo. Pero es impensable que todo ello surja de forma espontánea, sin el impulso que las administraciones dan en sus orígenes. Y en particular, el polo digital es una evolución lógica de la importante inversión realizada en Málaga, cara a su consolidación como ciudad inteligente.

En referencia a la búsqueda de universidades como la de U-tad para participar en este proyecto, teniendo en cuenta el nivel de desarrollo tecnológico en estos campos que posee la Universidad de Málaga, parece extraño. Parafraseando a José María Aznar, quizás no haya que buscar este conocimiento ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas, sino que podemos encontrarlo fácilmente a la vuelta de la esquina. Por tanto, merece la pena que no seamos meramente usuarios de la tecnología, sino también creadores y diseñadores de la misma. Implantar instituciones que lo permitan es, sin duda, apostar por la creación de empleo de calidad y consolidar un mejor futuro de nuestra industria tecnológica.

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