El legado de Heredia

Algunos presumen que están al frente los hijos de un fontanero, una costurera o un obrero, pero no es el problema

Injusto resumir en unas líneas los nueve años que ha permanecido al frente del PSOE de Málaga Miguel Ángel Heredia. Una década en la que, además, los socialistas, han cabalgado hacia su sima política. Y en la provincia de Málaga tampoco ha sido la excepción. El dirigente exhibió como legado que tras la gran derrota electoral de 2011 ahora gobiernan en 50 municipios. El próximo martes puede perder la segunda joya de la corona: Marbella. Veremos qué papel le reservan ahora a José Bernal, el posible alcalde derrocado y al que venía como el líder más prometedor de la Costa. Los tumbos en Málaga capital, con nueve portavoces distintos, tampoco cuentan en este balance.

Pero a mi juicio, lo más representativo de lo que ha significado esta época de Heredia se puede encontrar en la propia intervención que realizó ante el Comité Provincial el partido el pasado 3 de julio. En esa cita confirmó un secreto a voces: si la familia política a la que representa pretende conservar el poder orgánico, él debía apartarse de forma fulminante.

En su discurso de despedida, el todavía secretario provincial ratificó un ideario, más propio de Novecento que de un dirigente de una socialdemocracia del siglo XXI. "Seguiré dejándome la piel por la igualdad y los derechos de los más débiles y necesitados, desde la izquierda, con el puño levantado, cantando los versos de la Internacional". Pero el PSOE no ha perdido el respaldo social estos últimos años por dejarse los jirones en defensa de los más desfavorecidos. Ni la ausencia del puño o el olvido de la letra de la canción son los causantes de la pérdida de identidad socialista. Más bien el partido se ha aburguesado hasta convertirse en una organización endogámica, sólo preocupada por sus intereses de poder.

Heredia ha representado algo de lo que algunos socialistas se vanaglorian. Han llegado a la cima los hijos del jornalero, el fontanero o de la costurera. Por citar ejemplos a los que les podríamos poner nombres y apellidos. Pero el problema no es la sublimación de los estratos de origen, sino si realmente la selección que han fomentado los aparatos socialistas ha facilitado el ascenso a la cúspide de los mejor preparados. La respuesta es que no. Y no me refiero sólo intelectualmente. Aunque en Málaga, por ejemplo, ya les cuesta encontrar militantes graduados universitarios para algunos cargos públicos que exigen esa titulación.

La cuestión no son los hijos de los obreros. Ese discurso está superado. Ya hay muchos vástagos de socialistas abogados, profesores y arquitectos, que abandonaron la nave de sus padres y en venganza se embarcaron en Podemos. Heredia, biólogo y empedernido lector de libros. Pero con un concepto de la sociedad actual difícil de compartir. El problema es que quienes aspiran a sustituirlo harán que se le añore.

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