La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¿La libertad de la selva?

¿Cómo que no se pueden poner puertas al campo ultraliberal que ignora siglos de lucha de los trabajadores?

En un debate sobre el conflicto del taxi todos los tertulianos, liberales y socialdemócratas, coincidieron en que "no se pueden poner puertas al campo". Esto quería decir que se opine lo que se opine y ordenen lo que ordenen las normas, el usuario decide y el mercado impone su ley. Ni entro ni salgo en la tantas veces violenta (incidentes en el aeropuerto, quema de coches, rotura de cristales, pinchazos de neumáticos) cuestión que enfrenta a los taxistas con otras formas de transporte como Cabify o Uber que ellos consideran competencia desleal (en lo que respecta a Uber la Justicia europea dio ayer la razón a los taxistas). Lo que me llamó la atención fue el fatalismo, la resignación y la rendición que supone aplicar el "no se pueden poner puertas al campo" a lo laboral.

¿Cómo que no se pueden poner puertas al campo en lo que al trabajo se refiere? Por supuesto que sí. Para eso precisamente existen los estados, sus constituciones y sus leyes; para eso precisamente existen el Derecho y los gobiernos nacionales, regionales y municipales; para eso precisamente existen los sindicatos y las organizaciones profesionales: para poner puertas al campo de la lógica ultraliberal del beneficio que ignora dos siglos de lucha por los derechos de los trabajadores. En las dos primeras etapas de la Revolución Industrial sí que careció de puertas el campo: las condiciones de trabajo la fijaban los patronos, la jornada era de entre 16 y 18 horas, el despido era libre, no existía descanso dominical, ni vacaciones, ni bajas remuneradas por enfermedad o accidente laboral, ni asistencia médica, ni jubilaciones y la vida laboral empezaba a los siete u ocho años. ¡Eso sí que era un campo sin puertas!

¿Saben ustedes hasta cuando no se regularizó en España la jubilación y la jornada de ocho horas? Hasta 1919 (solo teórica y legalmente la segunda, sentando precedente en Europa: otra cosa fue la práctica) ¿Y las vacaciones pagadas? Hasta que el Frente Popular francés las impuso -dos semanas- en 1936 y después se extendieron a otros países (en España el Fuero del Trabajo de 1938 las reconocía, aunque en la práctica no se generalizaron hasta los años 50 y 60). ¿Y el Seguro Obligatorio de Enfermedad? Hasta 1942, con el precedente del Instituto Nacional de Previsión de Maura (1908). Sí señores, se pueden y deben poner puertas al campo… Para que no sea una selva en la que los nuevos patronos todopoderosos sean el usuario y la feroz competencia darwiniana.

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