LA insistencia del Gobierno en los últimos días al poner en duda la solvencia de las finanzas públicas de Andalucía traspasa con mucho el umbral de la lucha partidista y entra en el terreno de la irresponsabilidad. El cierre del ejercicio contable de 2011, que las comunidades autónomas han realizado entre octubre y noviembre y alguna en septiembre, ha servido de excusa para que la vicepresidenta del Gobierno se haga eco de una imaginaria suspensión de pagos de la comunidad autónoma andaluza. Esta afirmación es de tal gravedad que aun siendo cierta merecería una mayor prudencia por parte de gobernantes responsables. Y en caso de utilizarse debe ser acompañada de pruebas incontestables. Estas cosas tienen consecuencias fatales para la reputación de un Estado, sobre cuya solvencia conjunta alerta el Fondo Monetario Internacional. El Gobierno andaluz ha dado explicaciones pormenorizadas de sus operaciones contables, que no han sido desmentidas con datos por parte del ministro de Hacienda. Montoro dijo este fin de semana en Sevilla que el Ejecutivo autonómico no puede sacar pecho. Nadie lo duda. En España ninguna región, salvo las dos con una fiscalidad foral, puede presumir de tener una hacienda saneada, pero Andalucía tiene una deuda acumulada de 14.500 millones frente a 22.000 de Valencia y más de 47.000 millones de Cataluña. Y Valencia ha necesitado de una intervención estatal para atender pagos, sin que se haya escuchado descalificación alguna desde tribunas gubernamentales. Como debe ser. Más allá de la lucha partidaria, estos comentarios pueden encarecer prohibitivamente la emisión de deuda andaluza prevista para este año, de unos 3.500 millones, y otras operaciones en curso. Incluso desaconsejar otra emisión de bonos patrióticos, que tanta demanda tuvo el año pasado entre pequeños ahorradores. El PP no sólo puede, sino que debe ejercer una oposición seria y rigurosa de la gestión de la Junta. Pero no es aceptable que la haga contra los intereses generales de la región, utilizando de arma al Gobierno de la nación y a la ligera.

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