Siempre que lo veo escrito me conmueve: La Andalucía del llanto. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Por el camino del llanto, serie de pinturas de Guayasamín y tantos otros. Cuando lo tengo frente a mí, me estremece, me confunde: llorar por dolor, sentimientos o para conseguir rentabilidad del trance. A mis años, creo saber distinguir la nomenclatura de los llantos y no crean que soy feliz con tal obtención. Ver a alguien llorar -y a tantos seres que lloran- me rompe, me desatina, me acapara, quiero ser su inmediato consuelo. Después, los momentos sucesivos organizan la comprensión, el juicio, y vienen las conclusiones, las soluciones... Llorar para conseguir algo se soluciona fácil: impidiendo su logro. Llorar de dolor es explicable debido a la causa que lo provoca, que está ahí, que se estudia y se cura, mientras se acompaña. Llorar por sentimiento es el drama. Un llanto insustituible, irrefrenable, persuasivo, doloroso, íntimo. Vaya un ejemplo flamenco por seguidiyas: Al campito solo/ Me voy a llorar/ Como tengo llena de penas el alma/ Busco soleá./

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