El bulo extendido por los miembros de Podemos en Madrid, sobre la muerte del senegalés Mame Mbaye, es un paso más en su radicalización que no tiene visos de relajarse, empezando a saturar ya a la ciudadanía. El hecho de que alguien sufra un ataque epiléptico y los policías acudan a ayudarle, según han expuesto todos los testigos, es algo lógico en una sociedad como la nuestra pero parece que en las mentes truculentas de algunos todo debe ser diferente. Y si no es diferente, se hace diferente, para mayor gloria de todos los exaltados.
Uno espera que los políticos sean personas con mesura y templanza, capaces de analizar los datos y recabar toda la información antes de emitir un juicio de consecuencias irreparables. Pero hay una nueva generación a la que le importa muy poco favorecer la tranquilidad de las personas. Hechos tan naturales como un infarto o un colapso, que todos podemos sufrir, lo convierten en algo violento y despiadado, poniendo a los cuerpos de seguridad en el disparadero. Pero todo lo que han provocado no puede ser gratis e irse de rositas, porque cada vez sus propias mentiras les están acercando más al delirio que busca un final violento e imprevisible.
Evidentemente ahora habrá una investigación, como se hace con cada persona que sufre una muerte en plena calle, pero los resultados deben hacerse públicos lo antes posible. Y en caso de que haya sido, como parece, una hecho natural, se entiende que muchos deberán dar explicaciones. Porque ya basta de juicios públicos a cada acto que ocurre, como acusar de hechos no probados, asignarle asesinatos a inocentes o levantar falsos testimonios sin pruebas. Recordemos casos como el de Rocío Wannihkhof y la erróneamente condenada Dolores Vázquez, o la supuesta violación en la Feria de Málaga con los jóvenes falsamente acusados, y todo debido a la ligereza de los que no comprobaron sus fuentes.
Pero el caso de Madrid es más delicado. Apuntar desde los responsables del gobierno hacia los propios empleados municipales e insinuar que los policías son los asesinos es de una gravedad suprema. Porque solo hay dos salidas, o tener razón y poner a los culpables entre rejas o se equivocarse y crear un clima de tensión interna por el que deben dimitir inmediatamente. Y generar esta situación de indefensión desde un equipo dirigido por alguien que ha sido juez es, simplemente, un auténtico desastre.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios