El museo de los museos

El proyecto ganador del concurso del Astoria dicen que van a "democratizar el ocio cultural de alta calidad"

El Museo de los Museos fue el proyecto cultural más ambicioso contemplado por Francisco de la Torre que la crisis económica acabó por enterrar. Aquella iniciativa, entre otros, surgió de Fernando Francés, el director del Centro de Arte Contemporáneo y de Carmen Giménez, un experta mundial en arte y primera directora del Museo Picasso Málaga hasta el año 2004.

El regidor compró la idea, un gran contenedor cultural, con un museo distinto en cada planta, que levantaría sobre los antiguos cines Astoria y Victoria uno de los arquitectos más reputados del momento. El icónico edificio que desde hace décadas algunos persiguen de forma obsesiva como si fuera la asignatura pendiente de esta ciudad. Así que, convencidos de que nada frenaría el equipamiento, los promotores ya discutían si el arquitecto elegido para plasmar el sueño debía ser un Pritzker japonés o un Pritzker norteamericano. Pero el cántaro de este Cuento de la lechera se hizo añicos.

El Consistorio se había gastado más de veinte millones de euros en comprar el inmueble, después de aburrir durante meses a un empresario y a un insigne arquitecto malagueño que pretendían levantar en la zona un inmueble para viviendas de lujo. No hace falta recordar la de tumbos y supuestos usos que desde entonces se le han asignado al edificio, hasta este concurso de ideas, ganado por un equipo dirigido por José Seguí.

Me decía el alcalde esta semana que me habría gustado el Museo de los Museos . Su respuesta vino porque a su vez le indiqué mi decepción ante la resolución de esta historia. No entiendo una inversión municipal de esta envergadura para dotar al saturado casco histórico de Málaga de 21 nuevos restaurantes, grandes y pequeños, y bares de copas. Aunque se llamen "cultura gastronómica", "zona gourmet" u "observatorio gastronómico". No comparto la afirmación de que el proyecto cubre una "inexistente" oferta lúdico- comercial-gastronómica en el centro a precios razonables. Y desde luego desconozco en qué consiste "democratizar el ocio cultural de alta calidad", como presume que harán sus impulsores. Al autor de la frase hay que felicitarlo, sin duda. Estoy encantado con que Antonio Banderas pueda tener una tienda para vender sus productos de diseño. Más aún, que deje su sello en esa escuela teatral o teatro que se propone. Me parece sorprendente que en el estudio de viabilidad económica se venda como garantía de que al figurar Starlite vendrán "celebrities". No discuto la habilidad del ganador del concurso. Las propuestas del resto tampoco diferían demasiado. Es una cuestión de concepto. El esfuerzo municipal no se justifica para el destino de este viaje.

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