El desenfoque

raquel / Garrido

ojalá hubiera más elecciones

LA antesala de unas elecciones, sean del tipo de que sea, conlleva siempre una serie de efectos secundarios difíciles de evitar. Políticos hasta en la sopa, cansinos mítines, mensajes repetitivos y machacantes, y dimes y diretes de unos contra otros hasta la saciedad. Pero reconozcamos que no todo es malo. También tiene grandes ventajas esto de las elecciones, más allá de que a los ciudadanos se nos pregunte aunque sea cada cuatro años quién queremos que gobierne las administraciones. Lo bueno es que no hay nada mejor que el contexto de una campaña electoral para poner a trabajar a los políticos y sacar adelante asuntos que se han pasado meses o incluso años en la mesa de algún despacho. Pero además uno se sorprende cada día cuando ves cómo se presta más atención a la limpieza de los barrios, se ajardinan zonas de la ciudad o se mejoran otras, se cambia mobiliario urbano en algunos casos y, en definitiva, se atiende a peticiones vecinales con mucha más amabilidad e interés que en cualquier otro momento. Así da gusto y, viendo así las cosas, ojalá todos los años hubiera elecciones. Hay que aprovechar el tirón y, aunque desde luego me parece lamentable que haya que esperar al final de un mandato para que nuestros dirigentes se pongan las pilas, al menos algo es algo. Todos se quieren colgar la medalla y cualquier idea, proyecto u obra, aunque sea antigua, vale para estar en el candelero y que los posibles votantes comprueben su buena gestión y su fiel compromiso al pueblo. Es época de hacer balance de méritos, de prometer hasta lo imposible y de sacarse de la chistera lo que sea con tal de parecer los más comprometidos con sus vecinos y de merecerse su confianza para que les dejen en el poder otros cuatro años más. Pero por favor seamos serios y exijamos a nuestros políticos, sean del partido que sean y gobiernen en una u otra administración, que no nos tomen el pelo y que no nos hagan sentir que tienen que convocarse unas elecciones para que todos se pongan a hacer lo que no han hecho en los años anteriores. Está muy bien eso de que intenten halagar a los votantes con mejoras en sus barrios, repentinas ayudas al empleo o la formación, anuncios de nuevas obras públicas o nuevos museos, pero háganlo durante los cuatro años que para eso la gente les ha votado. Para que se les atienda sus necesidades y se gestione su dinero de forma coherente, más allá de las semanas previas a unas elecciones.

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