La oportunidad

El intento de pacto educativo a tres bandas es algo completamente novedoso respecto a los últimos lustros

E N un viernes de lluvias, de compras, de reivindicaciones justísimas en defensa de la mujer y de oscuros sucesos la buena noticia nos llegó de Madrid, donde PSOE, PP y C's dieron a conocer su decisión de ponerse a trabajar al fin en un pacto por la educación. Tantísimas veces se había reclamado esto que ya casi ni se esperaba, pero la gravedad de los tiempos que vivimos parece despertar la sensatez de los que partidos presuntamente moderados, por una vez dispuestos a parecerse al grueso de sus votantes. La decisión proviene como es lógico del propio Gobierno, de un PP al que, en minoría, no le queda otra que cambiar el rumbo que llevó en su mayoría absoluta y que con esta oferta de negociación da síntomas de haber entendido la melodía que habrá de marcar esta legislatura. Tampoco es que el sea el momento de lanzar las campanas al vuelo, ya que para eso habrá que esperar. Pero no se puede negar que lo que se abre apenas tiene precedentes en nuestra democracia, marcada por las políticas de rodillo en lo educativo que han significado un aquelarre de reformas en la que casi ninguna llegaba a desarrollarse porque quien venía imponía sus nuevos criterios. Tal dinámica ha sido una de las grandes culpables del deterioro del sistema hasta convertirse en uno de los problemas esenciales de la España del siglo XXI. La negociación que se abre se intuye compleja y es lógico que aparezcan dudas sobre la capacidad de consenso de partidos como el PP y el PSOE, a los que hemos visto pelearse por miserias con tal de rascar un votucho esquinado. De ellos dos dependerá en buena medida que España pueda contar con una ley educativa no sólo pactada sino también acertada y con el respaldo suficiente para asentarse en el tiempo y no tener que depender de la mudanzas políticas que se suceden con vértigo. La oportunidad, en fin, esta ahí y se presenta como algo novedoso respecto a las actitudes vistas en los últimos lustros. Casi que se podría decirse que el asunto se parece a una probeta experimental en la que estuviese en juego todo, no sólo lo educativo. Habrá que colocar allí el termómetro de la madurez política y ojalá concluyamos que se abre una nueva forma de hacer las cosas. Que no estamos tan constipados de mediocridad como pensábamos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios