letra pequeña

Javier Navas

A por el opositor

UUNOS 7.000 aspirantes malagueños a profesor de secundaria se encuentran con que tienen que estudiar un temario nuevo cuando les quedan cuatro meses para examinarse. CCOO los llama "perjudicados", por no usar otra palabra más gráfica. También alcanza el perjuicio a los alumnos de instituto, que en la provincia adolecen de una escasez de profesores alarmante. Otro despropósito de un gobierno que entra con timbales, con estruendo y con desfachatez.

Si los funcionarios arrastran mala fama, la de los opositores es ignominiosa. El pueblo los desprecia y el poder los escarnece. Los ceporros que le llevan la publicidad a la Junta emprendieron una campaña de multiculturalidad presentando un opositor holgazán, improductivo y xenófobo. Zapatero dijo que quien estudia no es un parado y el brillante publicista dice que el opositor es una sanguijuela. Vale que muchos vagan entre la casa, la academia y la biblioteca con una libreta de apuntes, por pereza o por la confusión que estos tiempos imponen a la gente joven y sin trabajo, pero ¿qué se puede esperar de una generación a la que sucesivos gobiernos de ceporros han enseñado que así es como se aprueban los estudios primarios, los secundarios y la carrera en la universidad?

Quien ha pasado la criba de la oposición ha sabido adoptar una disciplina, unos hábitos ordenados y un consciente sentido del deber. Alguien así seguirá cumpliendo después. No faltan en el sector público los parásitos, los recomendados, los enchufados. ¿Cuántos parásitos no hay en la privada, el profesional del escaqueo, el adicto a la baja, el experto en el buscaminas, el niño mimado del sindicato? ¿Cuántos parados sellan a primera hora para irse al curro, cuántos empresarios pagan sin nómina, cuántas chapuzas se cobran sin factura? ¿Por qué ese asco exacerbado con el funcionario y el opositor, asco que los ceporros alimentan?

No se me ocurre otro motivo para el bandazo, cuatro meses antes del examen, que desmoralizar a los opositores. Un motivo retorcido, pero se me pasan más por las mientes y ya son perversos. Tal arbitrariedad es una falta de respeto a los aspirantes, arrincona a los alumnos de secundaria que necesitan más profesores y desprecia el valor del esfuerzo. La ocurrencia no servirá para medir mejor los méritos, un temario que se estudia en cuatro meses no cala; tal vez se aprueba, pero no se aprovecha; convierte el concurso en rifa de barracón de feria. Tal temario ha de ser necesariamente vacuo, digan lo que digan los ceporros, con sus cabezas igual de ventiladas.

7.000 malagueños quieren ser profesores y les han dicho que su sudor no vale nada. Una puñalada para quienes pretenden ganarse un sueldo librándonos de la ceporrería.

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