La esquina

josé / aguilar

Tres partidos dominantes

HABLANDO de sorpassos, el ensueño de Anguita en 1986 está a punto de hacerse realidad en 2015. Sólo que quien acumula sin desmayo papeletas para adelantar al PSOE no es Julio Anguita, sino Pablo Iglesias, el homónimo del fundador del socialismo español, que, de paso, también amenaza con arrumbar a la propia Izquierda Unida.

Los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se encuentran entre los más solventes del país, por más que los partidos que salen malparados en cada una de sus encuestas siempre cuestionan la calidad y la intencionalidad de la "cocina" que se aplica necesariamente a los datos brutos que arroja cada sondeo. Pero eso es porque el guiso resultante no les gusta y se acogen al socorrido subterfugio de culpar a los cocineros.

La "cocina" del CIS puede, en efecto, errar en porcentajes y números. Entre otras cosas, por una fundamental: no es lo mismo, ni lo será nunca, preguntarle a la gente por lo que votaría si hubiera ahora mismo elecciones generales y, encima, interpretar hasta qué punto dice la verdad y qué otros condicionantes planean sobre su voto que contar las papeletas en las urnas la noche en que de verdad se escogen las papeletas y se recuentan al final de la jornada.

En lo que no yerra el CIS es en reflejar los estados de opinión y detectar las tendencias dominantes. Y en este último barómetro hecho público ayer lo dominante es que el sistema bipartidista está en continuo retroceso y que en adelante, no sé por cuánto tiempo, la escena política española va a ser protagonizada por tres partidos muy emparejados (PP, PSOE y Podemos) y unos cuantos más netamente minoritarios y a gran distancia de ellos.

Dentro de esta tendencia global, el debate se centra en saber si Podemos pasa a ser la segunda fuerza política nacional, sustituyendo al PSOE, o no. El consuelo de los socialistas es que Pedro Sánchez, que parte de los propios socialistas cuestionan, aparece como el líder nacional mejor valorado. Es un consuelo pequeñito, porque la valoración del candidato de un partido es una de los factores menos influyentes en la determinación final del electorado (hay numerosas experiencias al respecto). Más importante me parece el hecho de que la maniobra andaluza de Susana Díaz va a obligar a Podemos a iniciar la competición electoral por un territorio poco propicio y con una candidata que no aporta mucho.

Aquí queda mucho tajo.

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