Los perfiles del mal

Me choca sin embargo tanto ataque furibundo como leo y oigo contra la prisión permanente revisable

Sucesos como el del niño de Almería superan la capacidad de comprensión del ser humano y desatan una catarata de preguntas que no acertamos a responder, atrapados en la negrura de ese túnel oscuro en que a veces parece convertirse este mundo que habitamos. ¿Qué puede pasar por la mente de una persona para raptar y acabar con la vida de un inocente que además es el único hijo de su pareja? ¿Será finalmente cierto que existe el Mal como elemento subversivo de la condición humana, como el Satanás de las escrituras, del que suplicamos nos libre Dios en la oración? ¿Y qué hacer con quienes cometen estos crímenes terribles, como éste y otros ocurridos en los últimos tiempos que están en la mente de todos?

A nuestra sociedad desarrollada del bienestar, tan satisfecha de haberse conocido, se le nota incómoda cuando se topa de bruces con la embestida de la brutalidad, como ahora, llámese como se quiera. Hay un discurso previsible y un poco bobalicón, de un legalismo académico y displicente, que evita enfrentar el problema de la correlación ente justicia material y formal, y prima la confianza en la persona (aquí el Mal no es aquí elemento intrínseco, sino ocasional) a la que se dejará la posibilidad de reconciliarse con la misma sociedad a la que ha defraudado vía el cumplimiento gradual de la pena.

A mí, que no me tengo por ningún forofo de la prisión permanente revisable y treinta años de cárcel me sugieren mucho tiempo, me choca sin embargo tanto ataque furibundo como leo y oigo contra aquella, como si los promotores de la misma (partidos políticos que representan posiciones tan respetables como los otros) y tantos ciudadanos honrados que la apoyan fueran poco menos que retrógrados y opresores de otra época, mientras los que piden su supresión inmediata son demócratas verdaderos que velan por nuestros derechos y libertades. El problema, me temo, es bastante más complejo, y su solución (si es que la hubiere) también.

En estos días negros hemos visto algo de luz en la voz de la madre del niño, quien desde el dolor de la pérdida irreparable ha llamado a la sensatez con sus palabras de agradecimiento, primando la dignidad sobre la ira, encarando la furia del Mal en su peor cara desatado sobre su familia con el escudo de la bondad y el recuerdo. Y a quien tanto mal ha infringido, caiga sobre ella todo el peso de la ley escrita con la letra que sea.

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