Calle Larios

pablo Bujalance /

Vuestros pobres

NO sé ustedes, pero uno todavía admira la solvencia con la que el Gobierno socialista de Andalucía se erige como garante y benefactor de los derechos sociales frente al totalitarismo neoliberal del PP. Metidos ya en campaña, el discurso en boca de Susana Díaz y sus acólitos es el mismo de siempre: por más que Rajoy apriete las tuercas, por más que Moreno Bonilla esté dispuesto a arrasar todo lo que hemos construido en 30 años, la Junta seguirá garantizando los derechos fundamentales de toda la población. Nadie aquí pasará hambre ni frío, a ningún enfermo de hepatitis le faltará su remedio. A veces, cuando su tono de catequista adquiere matices de popular rapsoda, a la presidenta le viene que ni pintado el poema de Emma Lazarus escrito en la base de la Estatua de la Libertad: "¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres / Vuestas masas hacinadas anhelando respirar en libertad / El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas. / Enviadme a éstos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a mí. / Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!" Y si no, al tiempo. Lo curioso, lo verdaderamente admirable, es el modo en que la polarización de este discurso, nosotros somos los buenos, ellos los malos, nosotros nos preocupamos por los débiles, ellos a los débiles se los pasan por tal sitio, cunde y tiene éxito, todavía, en esta Andalucía nuestra. Y, en gran medida, el mantenimiento de este crédito explica que el respaldo al PSOE, aunque reducido, siga siendo mucho mayor aquí que en el resto de España. Es evidente que el PP se lo pone muy fácil en este sentido a Susana Díaz, y que tampoco Moreno Bonilla se ha mostrado hábil para erosionar la presunta sensibilidad socialista. Pero, después, la realidad es bastante distinta.

Mi compañera Victoria Bayona informa en este mismo ejemplar de la difícil situación de un centro de acogida de menores maltratados en Málaga que en los últimos meses ha sufrido diversos retrasos por parte de la Junta (que a su vez ostenta la tutoría de estos menores) a la hora de pagar las nóminas de los trabajadores, la manutención de quienes residen en el centro y los recursos esenciales. El centro mantiene su actividad gracias a la solidaridad de los proveedores, que han decidido asumir la deuda de la Junta (y ya sabemos cómo actúa ésta para con sus proveedores: como La Collares cuando entraba en una joyería; así lo escribí una vez, y qué lástima que la misma Junta le dé la razón a uno), pero el panorama es, se lo pueden imaginar, más que peliagudo. Semejante despropósito se añade a otros tantos casos similares y recientes. Sigue el discurso. Pero obras son amores.

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