Todo es relativo

ÁNGEL RECIO

a pocos metros del metro

LAS de 6.800 personas, según los cálculos oficiales de la Junta de Andalucía, visitaron este pasado domingo las cinco estaciones de Metro programadas en una jornada de puertas abiertas. Los que más se animaron fueron los vecinos de La Luz y La Paz, con 1.605 visitas, y los que menos los de Portada Alta, con 939. Teniendo en cuenta que entraban en grupos de 30 en 30 y que cada visita duraba unos 20 minutos, lo que obligaba a echar un ratito en cola en la calle con bastante fresquete, parece que la respuesta de los malagueños fue importante.

Es cierto que los organizadores jugaban con dos cartas con las que era imposible perder: enseñaban de una vez -después de diez años de debates, obras, retrasos y disputas- el Metro, y encima regalaban una agenda a todos los asistentes y ya sabemos que en esta tierra tira mucho todo lo que sea gratuito, aunque luego lo escondamos en el cajón o, directamente, lo dejemos en la basura porque no nos sirve para nada. Basta con ver las batallas campales que, sobre todo los padres, montan cada año en la Cabalgata de Reyes para coger unos cuantos caramelos cuyos hijos suelen acabar despreciando porque les gustan más los de otra marca o sabor.

El Metro se ha convertido casi en un objeto de deseo, en aquello que se viene a llamar una tensión sexual no resuelta, en un culebrón. Cuando todo parece encarrilado, siempre sale una pega, un retraso, un dinero que se pierde, un cambio de planes por parte de los dirigentes políticos... Y todo eso hace que el producto, al menos a priori, cobre más valor porque parece inalcanzable. De hecho, la fecha de inauguración ya suena, con perdón, a coña. Se habló en sus orígenes de 2009, luego llegó el ex director Enrique Salvo con su famoso once del once del 2011, posteriormente parecía que iba a ser en 2012, lo último, esta vez seguro ya, era el último trimestre de este año. Pero tampoco. Ahora se habla de la primavera de 2014, aunque nadie pone la mano en el fuego, máxime porque con tantas fechas fallidas a alguno ya se le han abrasado todos los dedos.

Los malagueños tienen ganas de Metro y su visita sirvió para comprobar que se han hecho de verdad las obras y que bajo esas estaciones acristaladas no solo hay tierra y ratas. Que no es uno de esos tantos proyectos que se han presentado a bombo y platillo y que se han quedado en simples maquetas con las que algunas consultoras y estudios de arquitectura se han embolsado un buen dinero público. Ya sí parece que los malagueños estamos a pocos metros de llegar a subirnos al Metro. Pero cuánto está costando.

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