La esquina

josé / aguilar

El primer debate electoral

LA acumulación de elecciones a lo largo de este año (andaluzas, municipales y autonómicas, catalanas y generales) ha provocado un Debate sobre el estado de la Nación muy singular: en febrero, y completamente envuelto en el olor a las urnas inminentes. El de ayer fue el primer debate electoral entre Rajoy y Sánchez. El que tenía que celebrarse a final de año, para las generales, y que se ha adelantado hasta servir de pistoletazo de salida de una campaña que va a resultar larga y agotadora.

Hubo otras singularidades. La principal, que el debate bien podría pasar a la historia como el canto del cisne del bipartidismo dominante (ojo: me refiero al sistema de partidos, no al régimen democrático mismo, que tiene cuerda para raro). O se equivocan todos los analistas, politólogos y encuestas o el próximo Parlamento tendrá una composición bien diferente. Más fragmentado, más plural, con influencia quizás decisiva de agentes políticos que no tienen ninguna presencia en los actuales Congreso y Senado. La irrupción en escena de Podemos y Ciudadanos hace que la Cámara, aun con su legitimidad intacta, sea una institución en retirada. No del todo representativa de la nación.

La otra novedad era el estreno del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como encarnación de la alternativa. Se jugaba mucho más que Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno salía al campo de batalla con ventaja (mayoría absoluta de parlamentarios y partido férreamente unido por el cemento del poder) frente a su oponente (minoría con expectativas de decrecimiento y liderazgo cuestionado por parte de los suyos). No es exagerado afirmar que había más atención puesta en Sánchez que en Rajoy.

Así las cosas, creo que Pedro Sánchez desaprovechó la oportunidad de consolidarse como jefe de un proyecto alternativo (y quizás como líder del PSOE, aunque eso va a depender en buena medida de las elecciones más próximas, las de marzo y mayo en Andalucía y España). A la contundencia de los datos ofrecidos por Rajoy -con alguna que otra trampa- sólo supo oponer el discurso estrictamente ideológico de una izquierda canónica. Sí, esa que está sumida en una crisis de identidad en casi toda Europa. No es culpa suya (de Sánchez). Cometió un error imperdonable: llevaba la réplica aprendida, de modo que no replicó a nada de lo que le había contestado Rajoy por la tarde. Un mal día de alguien que no está como para derrochar sus días.

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