El príncipe

Tras cerca de dos décadas, el alcalde dejará el bastón de mando y todo apunta que el sucesor será Bendodo

El alcalde nos deja. Tras cerca de dos décadas al mando, se ha impuesto una razón poderosa para dejar el bastón, lo ha dicho su mujer, y no hay vuelta atrás posible para eso. Desgraciadamente lo que no ha dicho doña Rosa es quién será el heredero, aunque todo apunta a que será Bendodo, su eterno príncipe de Asturias. El problema es que todos estos años, en vez de estar preparándose en los mejores colegios, ha estado chapoteando en todos los charcos. La presidencia provincial del partido es como el anillo único, te da todo el poder, pero también te destruye poco a poco, a golpe de disparates. Y es que un presidente provincial que se precie tiene que entrar a todos los trapos, a todos. Bendodo atacó a Griñán por veranear fuera de Andalucía, acusándolo de no "presumir" ni "mostrarse orgulloso" de su tierra por veranear en Galicia. Aprobó en Diputación una moción para reclamar a la Junta dos mil quinientos millones de euros, sí, dos mil quinientos millones. Votó a favor del matrimonio gay en el Ayuntamiento y en contra en Diputación, con unos días de diferencia. Dijo que De la Torre era el mejor alcalde desde los Reyes Católicos. Defendió a Serón antes, durante y después de ser condenado. Varios de sus alcaldes y altos cargos se encerraron en la delegación de la Junta, y acabaron zarandeando el coche oficial de Susana Díaz. Calificó a Cifuentes de "buena amiga" cuando dijo que Madrid pagaba nuestras facturas. Mil veces ha tenido que defender que España va bien, Andalucía va fatal y Málaga va estupendamente, anteponiendo el partidismo a la más básica teoría de conjuntos. Mil ovejas descarriadas del partido ha tenido que recolocar, y mil sapos se ha tenido que tragar desde su trono provincial.

Bendodo además pasó de Nuevas Generaciones a concejal y de concejal a presidente de la Diputación, el tipo de carrera política que la gente repudia. De ahí que el alcalde, que le profesa un sincero y cordial desdén, reclamara que su sucesor fuera elegido mediante una encuesta, a sabiendas de que a Bendodo no le sobra popularidad. Y de que va a necesitar trabajar mucho, mucho, en su imagen si no quiere llevarse un disgusto con el asalto a la alcaldía. Eso, claro está, contando con que alguno de los rivales presente un candidato al que merezca un poco la pena votar. Que quizá también sea mucho contar.

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