Anotaciones al margenAnotaciones al margen

Francisco revuelta Francisco revuelta

A propósito de una dimisiónA propósito de una dimisión

Se ha puesto en práctica algo típico de la política: esperar el momento en el que se hace más dañoSe ha puesto en práctica algo típico de la política: esperar el momento en el que se hace más daño

Conocida la dimisión de Cifuentes, los medios de comunicación digitales se llenaron de artículos de opinión a cada cual más crítico. Normal y lógico. Después de lo del máster, no tenía otra alternativa y nadie va a alabar una acción como la registrada. Por supuesto, si es censurable que una persona hurte, más lo es si encima ocupa un cargo institucional. Pero eso no es óbice para que nos hagamos algunas preguntas y reflexionemos un poco con algunas de las cuestiones que suscita lo ocurrido, sin que ello disminuya la negatividad del hecho en sí mismo difundido a través del un vídeo. Entre otras, pueden tenerse en cuenta las que siguen a continuación. En primer lugar, estaría la de abordar por qué sale a relucir ahora algo de hace siete años, cuando no se divulgó en su momento. La segunda, la de intentar averiguar -de momento, especular- acerca de quién ha hecho la filtración. Y, la tercera, la de cuál debería ser el intervalo de tiempo a conceder para que alguien no arrastre consecuencias en la comunidad por cualquier comportamiento inadecuado, antisocial o delictivo de su pasado. En relación con lo primero, sencillamente hay que decir que se ha puesto en práctica algo muy típico -si bien no exclusivamente- en el ámbito político: meter en el cajón algo que perjudica al adversario y mantenerlo ahí, a la espera que surja el momento en el que supuestamente se pueda hacer más daño, aunque haya que aguardar más de un lustro o una década. Eso significa que desvelar una acción inaceptable no se hace por ningún convencimiento moral sino simplemente por rentabilidad de algún tipo. Por tanto, ¿hay valor moral en ello? En cuanto a lo segundo, podemos pensar que haya habido implicación de los partidos de la oposición, pero no conviene olvidar la frase, atribuida a Pío Cabanillas, que advierte eso de cuerpo a tierra que vienen los nuestros. ¿Quién sale beneficiado o quién le tenía una fuerte inquina a Cifuentes como para darle la puntilla, al margen de que le favorezca o no lo acontecido? Posiblemente, no lo sepamos nunca pero cabe interrogarse si, asimismo, hay un valor moral en lo realizado si no dan la cara y se escudan en el anonimato. Y, por último, dos observaciones: ¿Todo se rige in sécula seculórum? ¿Cómo se compatibiliza la no prescripción u olvido con las propuestas rehabilitadoras, tal como se defiende para no admitir la prisión permanente revisable, o, incluso, de perdón? Es probable que estas cosas no se debatan, pero creo que merecía la pena.

Conocida la dimisión de Cifuentes, los medios de comunicación digitales se llenaron de artículos de opinión a cada cual más crítico. Normal y lógico. Después de lo del máster, no tenía otra alternativa y nadie va a alabar una acción como la registrada. Por supuesto, si es censurable que una persona hurte, más lo es si encima ocupa un cargo institucional. Pero eso no es óbice para que nos hagamos algunas preguntas y reflexionemos un poco con algunas de las cuestiones que suscita lo ocurrido, sin que ello disminuya la negatividad del hecho en sí mismo difundido a través del un vídeo. Entre otras, pueden tenerse en cuenta las que siguen a continuación. En primer lugar, estaría la de abordar por qué sale a relucir ahora algo de hace siete años, cuando no se divulgó en su momento. La segunda, la de intentar averiguar -de momento, especular- acerca de quién ha hecho la filtración. Y, la tercera, la de cuál debería ser el intervalo de tiempo a conceder para que alguien no arrastre consecuencias en la comunidad por cualquier comportamiento inadecuado, antisocial o delictivo de su pasado. En relación con lo primero, sencillamente hay que decir que se ha puesto en práctica algo muy típico -si bien no exclusivamente- en el ámbito político: meter en el cajón algo que perjudica al adversario y mantenerlo ahí, a la espera que surja el momento en el que supuestamente se pueda hacer más daño, aunque haya que aguardar más de un lustro o una década. Eso significa que desvelar una acción inaceptable no se hace por ningún convencimiento moral sino simplemente por rentabilidad de algún tipo. Por tanto, ¿hay valor moral en ello? En cuanto a lo segundo, podemos pensar que haya habido implicación de los partidos de la oposición, pero no conviene olvidar la frase, atribuida a Pío Cabanillas, que advierte eso de cuerpo a tierra que vienen los nuestros. ¿Quién sale beneficiado o quién le tenía una fuerte inquina a Cifuentes como para darle la puntilla, al margen de que le favorezca o no lo acontecido? Posiblemente, no lo sepamos nunca pero cabe interrogarse si, asimismo, hay un valor moral en lo realizado si no dan la cara y se escudan en el anonimato. Y, por último, dos observaciones: ¿Todo se rige in sécula seculórum? ¿Cómo se compatibiliza la no prescripción u olvido con las propuestas rehabilitadoras, tal como se defiende para no admitir la prisión permanente revisable, o, incluso, de perdón? Es probable que estas cosas no se debatan, pero creo que merecía la pena.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios