Yo protesto

"Ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso", era lo que pedían

A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!". Así describía un periódico a los responsables de la revuelta de Haymarket, en Chicago, en 1886. Pedían para ellos un juicio sumarísimo, que finalmente se celebró, con el resultado de que cinco de ellos fueron condenados a la horca. De entre esos cinco, dos eran periodistas, y uno de ellos, August Spies, desde el cadalso, justo antes de morir, gritaba: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora". Y no le faltó razón, porque la reivindicación fundamental de esta revuelta era la jornada de 8 horas, frente a las 16 que podía, y solía, durar en aquel momento. "Ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso", era lo que pedían, los muy anti-patriotas y sediciosos.

Y eso es lo que finalmente consiguieron, a un alto precio, y es justamente lo que conmemoramos cada primero de mayo. Pero en aquel momento el movimiento fue calificado de "indignante e irrespetuoso", y la pretensión de "delirio de lunáticos poco patriotas". Y no es ninguna sorpresa, laS protestas siempre son mal recibidas por los que detentan el poder, por cuestiones obvias. ¿Por qué vas a pagar por 8 horas pudiendo recibir 16 por el mismo precio? En sus propias palabras, es "lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo". Y ahí está precisamente el valor de la protesta en una sociedad, como herramienta contra los abusos de los poderosos, que naturalmente siempre las detestan y las criminalizan. No solo entonces, también ahora, o incluso especialmente ahora. Todo el que protesta o sale a la calle es un mal ciudadano, un ignorante, un radical, un anti-patriota, que quiere destruir el país, el Estado, la sociedad y hundirnos a todos en la miseria y la perdición. Nada nuevo, no son siquiera originales, llevan más de cien años repitiendo exactamente lo mismo, y por las mismas razones. No por sentido de Estado, sino más bien por su muy singular sentido del Estado.

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