Qué mala costumbre esa de desviar la atención del verdadero problema con la habitual y cansina guerra política entre administraciones. En esta ciudad ya estamos más que acostumbrados a que ocurra eso de que el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía se tiren los trastos a la cabeza por casi todo sin que al final se avance en casi nada. Se podrían citar muchos ejemplos de esa peculiar relación que termina por desesperar a quienes asistimos impávidos a estas riñas ciertamente insultantes. Sobre todo, si la pugna tiene como principal motivo algo que preocupa y que está ocasionando tantas molestias a los ciudadanos como los mosquitos. La pena, como casi siempre, es que el asunto se reduce a una mera cuestión económica. El Ayuntamiento de Málaga recurre a la Junta de Andalucía para que le ayude a financiar un plan de acción contra las persistentes plagas de mosquitos en el entorno de la desembocadura del río Guadalhorce por considerar que el principal foco está dentro del espacio natural. Pero ésta argumenta que el control de plagas es competencia municipal y que no puede destinar recursos a un tema que no le compete. ¿Quién tiene razón? Pues sería una cuestión a discutir, pero quizás hay una cosa clara y es que mientras las administraciones pierden el tiempo decidiendo quién y cómo hay que hacer las cosas, el problema persiste y hay gente que verdaderamente lo está pasando mal por culpa de estos molestos insectos que campan a sus anchas por urbanizaciones como Guadalmar o Sacaba Beach desde hace casi dos años. Los vecinos y afectados por esta situación sólo exigen una solución, independientemente de parte de quién les llegue. No debe ser agradable no poder ni salir a la puerta de tu casa sin que un mosquito te reciba con una picadura y menos si está acechando a la puerta de un colegio. Y soluciones debe haber para atacarlo, como se ha demostrado en otras zonas como Huelva también afectadas por plagas de algunas especies de mosquitos. Al principio porque las administraciones se han resistido a reconocer la realidad y alcance del problema, y ahora porque asumirlo implica rascarse el bolsillo de verdad y eso no viene bien nunca. La cuestión es que es triste que siempre haya que llegar al límite para que unos y otros se pongan las pilas y se sienten a hablar buscando acercamientos técnicos y dejando al margen posicionamientos políticos que de nada sirven para arreglar problemas.

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