Ojo de pez

pablo / bujalance

Que reflexionen los demás

HE escrito ya sobre esto, pero conviene volver a hacerlo. El texto de la Lomce regresa esta semana al Congreso para la aprobación de una modificación introducida in extremis: la que convertirá a las matemáticas en asignatura obligatoria para los alumnos del Bachillerato de Ciencias Sociales. No seré yo, que aquí donde me ven soy de ciencias puras, quien considere inoportuno el estudio de las Matemáticas en cualquier circunstancia, por más que en España siga pendiente, desde hace demasiado tiempo, la actualización pedagógica que asuma la materia como el verdadero estudio del lenguaje de la naturaleza, en lugar del incomprensible, hermético y escasamente útil hueso duro de roer que es ahora (todavía). Sin embargo, no deja de resultarme significativo que el Gobierno se apresure de esta manera a darle al currículum un bocado que no ha pedido nadie, mientras presta oídos sordos a las voces (muchas, y convenientemente autorizadas) que reclaman la restauración de las materias de humanidades que la misma Lomce se ha encargado de defenestrar.

Así están las cosas: la Filosofía deja de ser obligatoria en segundo de Bachillerato y sólo mantiene este carácter en primero. La Ética sigue condenada al ostracismo de la alternativa a la Religión y las materias artísticas y musicales quedan convenientemente relegadas al florero anecdótico desde Primaria. Es probable que a un futuro abogado le resulte enriquecedor saber cómo se resuelve una integral; pero de lo que no cabe duda es que a todo el mundo, ingenieros o filólogos, biólogos o historiadores, le resulta necesario reflexionar sobre qué puede hacer, qué debe hacer, qué le cabe esperar y qué es el hombre, como quería Kant; y más en las edades en las que estas cuestiones se revelan candentes, álgidas y hambrientas. La derecha que renunció a la ilustración que promulgaron sus padres pone todos los obstáculos legales a esta posibilidad: ya habrá alguien que reflexione en nuestro lugar. Y para ello baraja dos motivos esenciales.

El primero es puramente tecnocrático: ni la filosofía, ni el arte ni la música computan en el informe PISA. Esta evidencia desmonta el argumento del fracaso escolar, pero si queremos ganar más hueco para las que sí computan, como las Matemáticas, hay que sacrificar las marías. A lo mejor esta ley no es ideológica, pero únicamente busca la satisfacción de PISA, no de las necesidades de los alumnos. El segundo ya lo anunció Platón cuando pidió filósofos para los gobiernos. Vaya a ser que alguno saque la cabeza.

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