EL PUCHERO

Teresa Santos

La renuncia de Ramírez

HACE tiempo que Joaquín Ramírez, aún presidente del Partido Popular de Málaga, se ha instalado en la renuncia. Ya renunció a su acta de concejal en el Ayuntamiento de Málaga cuando -según se cuenta en el seno del PP- el líder andaluz de su partido, Javier Arenas, le obligó a dejar el Ayuntamiento al no conseguir el objetivo que se había marcado, la presidencia de la Diputación Provincial de Málaga. Joaquín Ramírez renunció también a repetir como parlamentario andaluz y se conformó con ir al Senado en representación de su partido. A poco que se analice, la conclusión es clara: Joaquín Ramírez se ha ido arrinconando o más bien ha sido arrinconado.

Ramírez parecía cada día peor posicionado en relación al todopoderoso Arenas. Tanto es así, que a nivel interno muchos -según cuentan- estaban extrañados de verlo flotar como un corcho superando tempestades y dirigiendo con firmeza el Partido Popular en esta provincia. No hay que olvidar que Ramírez heredó el cargo de Manuel Atencia y que ambos tienen en su haber ser capaces de sacar del agujero a una derecha que en Málaga no levantaba cabeza. Años de trabajo, de intentar sembrar ideas, de estrategias para conseguir ir mejorando resultados electorales. Una historia pasada, que sin duda le ha otorgado autoridad. Autoridad frente a alcaldes populares con poder, que en muchos casos se han sentido más tutelados que apoyados.

La clave del cambio tal vez haya que buscarla en la llegada hace un año y medio al puesto de secretario general de Elías Bendodo, un joven de la quinta de Mariví Romero y de Juanma Moreno Bonilla. Alguien de un sector, Nuevas Generaciones, que había mantenido cierta disidencia con la dirección provincial. Es después de año y medio, Elías Bendodo, un trabajador incansable y alguien que no ha entrado en conflicto con nadie en el seno del PP. Alguien en quien influir, alguien a quien convencer, alguien menos presidencialista y alguien a quien se le puede pedir que tome las riendas.

Es posible que sin Ramírez al frente del Partido Popular de Málaga, todo lo que aquí ocurra esté más que nunca en manos de Sevilla, de Javier Arenas o de su lugarteniente Sanz, o puede que Elías Bendodo sea capaz de hacer de póquer a la jugada regional y lograr un consenso provincial que le dé un grado suficiente de poder orgánico. Lo que está ocurriendo en el Partido Popular de Málaga es un ejemplo más de lo mucho que tienen que cambiar los partidos políticos para conseguir más democracia interna y menos poder jerárquico.

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