El resurgir de los cachorros

Incitar a los jóvenes a la violencia callejera ha sido una estrategia clásica de los gobiernos totalitarios

Incitar a los jóvenes a la violencia callejera ha sido una estrategia clásica de los gobiernos totalitarios, que suelen simpatizar con estas acciones justificándolas de forma paternalista y superficial. Pero en el fondo son el resultado de un germen de odio que ha sido inoculado durante años y que, cuando estalla, es muy difícil de contener. Las acciones contra los turistas en Cataluña tienen visos de estar muy organizadas, pero el número de detenciones brilla por su ausencia: ¿miedo al violento?¿apoyo de los gobernantes?¿provocación a los contrarios?. Muchas preguntas sin respuesta y demasiada casualidad en pleno desafío secesionista.

Estas soflamas y acciones contra los visitantes son bastante habituales en las estrategias de los partidos extremistas. Hace tan solo unos meses Japón ha aprobado medidas que puedan paliar este discurso del odio, prohibido por su Constitución, ante los mensajes xenófobos que algunos difunden: "amenazas de muerte; comparación con insectos como cucarachas u otros animales; orden de que regresen a su país; etcétera". Si los analizamos frente a los grafitis que surgen por Cataluña, sus similitudes son verdaderamente sorprendentes.

Pero esta técnica no es nueva. Las dictaduras que surgieron en el pasado siglo basaron parte de su propaganda en el odio al extranjero. Y para ello lanzaron por delante a los jóvenes más violentos, ante el silencio y el miedo del resto de los ciudadanos. Desde Mussolini con sus camisas negras hasta Mao Zedong con sus guardias rojos, las avanzadillas de jóvenes han sido comúnmente utilizadas para amedrentar a la población, como antesala de gobiernos dictatoriales. Ante la situación de terror que generan, los ciudadanos acaban apostando por el líder que las puede contener, y que no es más que aquél que las ha lanzado previamente. De ahí que no sea tan extraño el silencio y la pasividad del gobierno catalán ante los cachorros del entorno de la CUP, especialmente ahora que intentan investirse como salvadores de su patria.

Pero sería conveniente recordar la experiencia de otras juventudes violentas surgidas en España, como fue la kale borroka vasca. Muchos de sus dirigentes acabaron convertidos en terroristas de ETA y hoy disfrutan de unas largas y merecidas estancias en las cárceles españolas. Esperemos que no haya victimas de estos jóvenes y violentos catalanistas impidiendo que sus acciones pasen a mayores.

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