Cosas que pasan

Ricardo Castillejo / Rcastillejo@grupojoly.com

El rostro que merezco

Leo, en relación a Pepe Sancho, que pocos intérpretes como él han encarnado "la pasión humana" y, analizando diversas fotografías que consulto -incluida la de la portada de sus inminentes memorias-, deduzco que, en efecto, eso es lo que sus ojos, su boca, su pose, su impronta, en definitiva, transmiten. Lo mismo, igual que en otro refrán que, el otro día me enseñaba mi querida Consuelo Alcalá, a Pepe le ha pasado como a la cordera, que de tanto acariciarla, se volvió fiera.

Sea como sea, ahora tendremos oportunidad de indagar en los entresijos del pasado de un señor que, a pesar de sus más de 50 películas, 100 obras de teatro, 26 series de televisión o incluso por encima del Goya que se le otorgó por la almodovariana Carne Trémula, todavía arrastra, cara al público, los lastres mediáticos que, su relación con María Jiménez -con la que se casó en dos ocasiones-, pesan sobre sus hombros.

Él, sabiendo que "el mejor desprecio es no hacer aprecio", ha decidido publicar un libro, Bambalinas de cartón, donde se detiene lo justo en lo que se refiere a su pasado con la cantante (todo lo contrario de lo que ella realizó en publicaciones como Calla canalla con las que, hace cinco años, llegó a acusar a Sancho, entre otras lindezas, de ser un "psicópata").

¿Por qué no ha aprovechado Pepe para tomarse la revancha? Lo más probable -y más que una opinión es una simple deducción de lo que las muestras dejan ver- es porque uno termina quedando de lo que es, aunque no tenga el aspecto que de veras le corresponda.

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