Reconozco que las cosas no eran como creíamos y, si lo eran, es que algo misterioso estaba por llegar para cambiarlo todo; un algo irracional que ha terminado por explicar lo que no se puede explicar.

Aunque también pudiera haber ocurrido, la realidad se vuelve caprichosa a veces, que lo que parecía por un lado, no lo era por otro y la recurrente paradoja ponía así en un brete el viejo aserto de la sociología más popular: lo que lo parece, lo es.

Pero no me andaré por las ramas y, al fin, asumiré, confesaré, ya sin reticencias, que Rajoy tenía razón, que la crisis ya se ha terminado en España y que la nave, como decía Fellini, va.

También diré que no me hubiese convencido de haber oído sólo los pregones insistentes del estadista gallego, pero hay más cosas, más argumentos, signos, evidencias… y, tras hurgar con los dedos en la heridita del costado y constatar que sangra, no tengo más remedio que reconocer que la cosa no tienen vuelta de hoja y que Rajoy tenía razón y por eso, ahora, en un acto de arrepentida contricción, me uno al coro popular y declaro que la crisis se ha acabado y que hay dinero para todo lo que se estime conveniente y que se acabaron las penurias de este pueblo.

La prueba más contundente es que doña Susana Díaz, la presidenta del Gobierno andaluz, socialista, dice ella, acaba de confirmar la tesis del ilustre andarín y, después de cuatro años de ser la campeona del déficit cero, única acción de gobierno que se le conoce en su convulsa trayectoria trepadora, acaba de empezar a tirar la casa por la ventana y, donde antes no había ni un maravedí, ahora el oro rebosa las arcas de la Junta, incluso en gastos que, la verdad, parecen un poco tontos, como pagarle la matrícula a todo niño que apruebe sus asignaturas en la Universidad aunque tengan el Ferrari aparcado en la puerta.

Hay dinero para una renta mínima que se va a poner en marcha en estos meses, para todos los hospitales que se quieran, para aire acondicionado en todos los colegios, para desmontar hospitales y volver a montarlos a gusto de comerciantes y tenderos, para los quiméricos agujeros negros de la Fundación Lorca y hasta para pagarle un sueldo a la familia, para llenar de funcionarios los juzgados hasta hace unos días desiertos, para todo en fin, para lo bueno y para lo malo, para lo necesario y para lo superfluo. Un milagro que ha hecho florecer el crédito de la Junta como florecen los jaramagos en los tejados de mi barrio en primavera antes de que los agoste la ola de calor.

España va bien y Andalucía ni les cuento y no piensen, no, que es una nueva estratagema de la presidenta para intentar mantener el escaso prestigio que le queda entre propios y ajenos, que no, que les digo yo que esta vez tiene razón. Ella y Rajoy. En serio.

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