UNA frase típica de aquellas personas que tienen altas responsabilidades es que "un deseo no cambia nada pero una decisión lo cambia todo". Probablemente, cuando el tiempo apacigüe definitivamente el ambiente político de nuestro país, caeremos en la cuenta de la enorme trascendencia histórica que tiene la decisión adoptada por el Partido Socialista con su abstención. Para muchos ciudadanos costaba trabajo entender como parecía haberse olvidado el éxito que tuvo el pacto de las dos grandes fuerzas políticas en el pasado. Con él Patxi López gobernó el País Vasco en los tiempos más duros del independentismo y con la presencia violenta de la banda terrorista ETA. Es más, hasta el propio López con su negacionismo parecía haber olvidado, aunque como bien le espetara la madre de su compañero asesinado Joseba Pagazaurtundua "…harás muchas más cosas que me helarán la sangre".

Basta observar como, desde fuera de nuestras fronteras, el acuerdo adoptado ha igualado a España con las democracias europeas más desarrolladas. La propia bajada de nuestra prima de riesgo, a niveles equivalentes a los de Alemania, o la subida paralela de las bolsas, reflejan la confianza que depositan nuevamente los inversores en nuestra economía.

De ahí que aquellos partidos desmemoriados, que han querido dinamitar nuestra sociedad sin reflexionar sobre sus consecuencias, han mostrado su incapacidad para proponer alternativas viables y sostenibles que mejoren nuestro país. Las formas de esconder sus propias especulaciones inmobiliarias, llamándolas incrementos de beneficios, pero erigiéndose como defensores de los desahuciados, están siendo esperpénticas y, evidentemente, la gente a la que dicen defender está cansada.

Es deseable estas nuevas formas de gobernar integradoras perduren en el tiempo, en el sentido que tanto PP como PSOE, C's o cualquier otra fuerza que se considere democrática, sea capaz de pactar con las demás en tiempos de incertidumbre. A pesar de las lógicas diferencias políticas, inherentes a la libertad de elección de la ciudadanía, los líderes no deberían colocar sus ambiciones personales por encima del bien común, como estuvo a punto de ocurrir recientemente. El cambio de rumbo y la coherencia dignifica al partido socialista, y su reconocimiento en forma de votos y apoyos llegará, antes o después, como agradecimiento en su apuesta por la paz social.

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