La tribuna

Ignacio Trillo

El trasvase y Málaga

EL prometido trasvase de agua del Ebro con destino a gran parte del litoral mediterráneo, sin que Málaga formara parte, le ha estallado al PP. El héroe de Perejil, Federico Trillo, manifestó en Alicante que el trasvase no ha sido retirado de la oferta electoral del PP. Para ello hizo referencia a que se encuentra incluido en el manual del candidato de los populares. De inmediato le replicó en Madrid su homónimo del PP, secretario de Comunicación, Gabriel Elorriaga, que dijo que esa propuesta -que fue estrella en las pasadas elecciones de 2004 y motivo de oposición crispada contra el PSOE en esta legislatura- ha sido suprimida del programa electoral, que es el documento que prevalece. Días antes, el secretario del PP de Aragón, Gustavo Alcalde, había amenazado con dimitir si la promesa se mantenía.

Pues bien, a pesar de quedar eliminada en el programa de Rajoy, tanto el presidente del PP valenciano, Francisco Camps, como el ínclito Javier Arenas, candidato a perder por tercera vez, siguen prometiendo en sus mítines el anulado trasvase, cuya derogación por el Gobierno de Zapatero motivó, en septiembre de 2004, un recurso de inconstitucionalidad por el PP. ¡Manda huevos!, como diría el ex ministro de Defensa del Yak-42, Federico Trillo. No debe sorprendernos, esto no sólo ha acontecido con ese trasvase. Aquí, en Málaga, tenemos más perlas de lo que pasó con promesas del PP y de otros asuntos del agua.

Así, el Plan Málaga fue presentado en enero de 2000, en vísperas de elecciones generales, con detallado dossier que conservo, por la que fue ministra del Gobierno Aznar, Isabel Tocino, de la mano de Celia Villalobos, que ya se presentaba como candidata a diputada en Madrid, al igual que ahora. Preveía una inversión de 40.248 millones de pesetas con la promesa de acabar, en cuatro años y medio, con el déficit hídrico de la provincia de Málaga que lo cifraba en 95 hm3.

Los proyectos de dicho Plan, con los precisos calendarios para la finalización, que anunció la ministra fueron: Aprovechamientos de los recursos hídricos subterráneos del Bajo Guadalhorce y desalobradora de El Atabal, prevista su término a final del 2000; actuaciones de desalinización de la presa del Guadalhorce, a julio del 2001; extracciones de los acuíferos de la Axarquía, Alberquilla-Sierra de Almijara, en diciembre del 2001; mejora de la conexión Málaga-Costa del Sol, a julio 2002; mejora de la red antigua de riegos del río Guadalhorce, mejora de regadíos del Plan Guaro Margen Derecho y conducción presa de Cerro Blanco sobre el río Grande a ETAP de El Atabal, ejecutado en diciembre del 2002; recrecimiento de la presa de La Concepción sobre el río Verde, para julio del 2003; y construcción de la presa de Cerro Blanco sobre río Grande, listo para julio del 2004.

Ninguno de estos proyectos, con la llegada de ZP en abril del 2004, habían iniciado las obras, con la sola excepción de la desalobradora de El Atabal. No obstante, hubo de finalizar y quedar inaugurada en marzo del 2005, ya con la actual ministra Narbona y un año después de que el PP perdiera las elecciones. A este tenor, la presa de Casasola se inició por el gobierno González. Cuando llegó Aznar en 1996 a la Moncloa estaba casi finalizada, pero los últimos detalles a rematar no terminaron hasta julio de 1999. Quedó inaugurada en noviembre del año 2000 por el ministro del gobierno Aznar Jaime Matas, acompañado de Celia Villalobos, con la paradoja de no entrar en servicio al no haberse previsto un trazado alternativo a la carretera de Almogía a Villanueva de la Concepción que quedaba inundada. No se pudo, por tanto, aprovechar los buenos años de lluvias que acontecieron. Tuvieron que transcurrir más de cuatro años, enero de 2005, para que con ZP comenzara la obra de ese imprescindible vial, entrando en funcionamiento en marzo de 2007, lo que hizo posible que la presa, ¡al fin!, se haya puesto en servicio.

Desde la llegada de Aznar en la primavera de 1996 hasta el año 2000 en que finalizó su primera legislatura, no se acometieron nuevos proyectos de correcciones hidrológicas, de reforestación que posibilitaran las recargas de los acuíferos y de construcciones de balsas para almacenar agua. En suma, con el PP la inversión en Málaga fue de cero pesetas. Durante los cuatro años anteriores de Felipe González se habían invertido 13.081 millones de pesetas en estas materias.

En la misma línea, el Plan Guadalmedina fue mostrado en vísperas de las municipales de 1999 por la alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, y el presidente de la Confederación, José A. Villegas. El Plan preveía una inversión de 80.000 millones de pesetas, en cuatro años, para desviar el cauce a su paso por la ciudad. En ese espacio, se realizarían bulevares con muchos arbolitos, viales para vehículos y por el subsuelo circularía un Metro con estaciones en Ciudad Jardín, La Rosaleda y Guadalmedina. Al igual que el Plan Málaga, tampoco este proyecto de ciencia-ficción contó ni tan siquiera con ley publicada, por lo que quedó reducido a la maqueta presentada y los gastos derivados de la propaganda electoral que cobró la empresa del ex portavoz del gobierno Aznar, Miguel Ángel Rodríguez. Posteriormente, esa tendenciosa campaña fue contradicha por la Junta Electoral Regional al haber vulnerado la norma electoral, pero ya habían pasado las votaciones.

Algo similar sucedió con la desaladora de Marbella, construida a iniciativa de Gil, que se inauguró en 1995. No entró en funcionamiento al no cobrar sus constructores. Los sucesivos ministros de Medio Ambiente del PP se negaron a solucionar su financiación. Tuvo que venir el Gobierno de ZP para comprarla y ponerla en marcha. Así, el problema quedó resuelto en una operación conjunta de Gobierno, Junta y Mancomunidad, que permitió en julio de 2005 su puesta en servicio. El comentario final lo dejo en manos del lector.

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