CARPE DIEM

Pedro Farias Batlle

Desde la trinchera

LOS corresponsales de guerra se encargan de mantener vivo el derecho a la información en el peor escenario posible, el de los conflictos bélicos. Gracias a su labor podemos saber lo que está ocurriendo en confrontaciones donde la verdad suele ser la primera víctima.

Entre ellos estaban Julio Anguita Parrado y José Couso, homenajeados ayer en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga. Julio Anguita murió en Iraq abatido por un misil iraquí el 7 de abril de 2003 y un día después falleció Couso por los disparos de un carro de combate estadounidense en el hotel Palestina. Los dos eran jóvenes y buenos periodistas. Murieron mientras buscaban información sobre un conflicto bélico del que aún no sabemos todo lo ocurrido.

Sé que una de las premisas del buen periodismo es que el periodista nunca sea noticia. Lo es la información. Pero de vez en cuando tenemos la obligación de denunciar las situaciones de precariedad que soportan para contarnos lo que está pasando. Si en el periodismo la precariedad es generalizada, lo es aún más en escenarios hostiles donde lo que peligra no es el puesto de trabajo sino la vida. Según Reporteros sin Fronteras en 2011 ya han muerto 18 periodistas y 151 han sido encarcelados, dos de ellos hace unos días en Libia. Y no sólo en guerras sino también en países conflictivos, donde la presa es el periodista al que hay que silenciar: esta semana dos en El Salvador y uno en Bolivia. Y suma y sigue en Yemen, Iraq, Colombia, Perú…

El periodismo está necesitado de credibilidad y el corresponsal de guerra representa un buen aval de la calidad de la información, pues cumple el papel de testigo directo en situaciones en que el ejercicio profesional encuentra innumerables trabas.

También representa el ideal romántico de la profesión, lo que todos quisimos hacer, pese a ser la primera "trinchera" del periodismo, la más expuesta.

Tuve el placer de estar con Julio Anguita en numerosas ocasiones. Viajamos juntos a Argelia, su primera salida internacional, junto con Fran Sevilla, un ya consagrado corresponsal en numerosos conflictos, y Diego Merry del Val, corresponsal del ABC. Julio era un joven e inquieto periodista, recién egresado de la Complutense, con ganas de descubrir el mundo y contar lo que veía.

Anguita y Couso son referente para los que se dediquen al periodismo, pues llevaron su vocación a todos los escenarios en los que trabajaron. En la Carta a un joven periodista, carta que un padre escribe a su hijo, le dice que "…no se os deben pedir heroicidades, aunque en vuestra estirpe profesional hay ya toda una legión de héroes. Ellos, los que han muerto con una cámara en la mano, los que son víctimas del terrorismo, los que padecen persecución por su sinceridad contrastada, son tu mejor espejo, tu acicate cotidiano".

Ayer Ángela, la madre de Julio, y Maribel, la madre de José, recibieron el homenaje de los jóvenes periodistas malagueños. Corresponsales que, desde hoy, tienen su trinchera en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga.

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