¿Es usted ciudadano español?

Estas estrategias siempre fueron usadas por los más radicales y ahora parece que la táctica ha evolucionado

Una pregunta de este tipo, en cualquier encuesta, haría saltar todas las alarmas. Evidentemente subyace la intención de tener una información del entrevistado que va más allá de sus quehaceres cotidianos. Y como no podía ser menos ha sido la Administración Trump la que ha propuesto esta pregunta cara al próximo censo, lo que afectará sobremanera a las elecciones presidenciales del 2020. Gracias a ello sus posibilidades electorales en el interior de EEUU se pueden ver incrementadas, debido a la correspondiente disminución de los escaños en los estados periféricos, de clara mayoría demócrata. Un paso más en los delirios de este presidente que no deja una oportunidad para generar un nuevo escándalo.

El problema de fondo no es que nos rasguemos las vestiduras ante estos trucos de viejo trilero, sino que olvidemos cuántas veces ha sido usada esta misma treta en nuestro país. Y nos daremos cuenta de que han sido y siguen siendo demasiadas para una democracia tan joven. Sin ir más lejos fue Castilla la Mancha, con su mayoría de población rural, una de las regiones donde más desigualdades se producían en el pasado entre los votos necesarios para lograr un escaño, dependiendo de la provincia correspondiente. Y mientras los partidos tienen la mayoría absoluta bien asentada, estos valores son intocables para mantener el máximo tiempo posible su omnipresencia.

Curiosamente, hace ya algunos años, durante los trabajos para conocer cuanta población real había en la provincia de Málaga, fueron los partidos nacionalistas catalanes los que más se interesaron por nuestros resultados. Ellos querían conocer si era posible, a la hora de saber el número de habitantes, cuántos de ellos eran catalanes y cuántos no. Hubo que hacerles comprender que, en función de nuestro comportamiento habitual, es imposible distinguir a un ciudadano de Pernambuco de otro con pedigrí de Cataluña. Pero les indicamos que, si estaban tan interesados en distinguir a unos de otros, ¿por qué no se atrevían a preguntarlo directamente? Es evidente que estas estrategias, tan conocidas ya desde los tiempos donde se les cosía un distintivo amarillo a los judíos para segregarlos, siempre fueron usadas por los más radicales. Ahora parece que la táctica ha evolucionado y son los propios supremacistas los que se identifican con un lazo amarillo para, como siempre, distinguir nuevamente quienes son "los otros".

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